Textos de la Sagrada Escritura, Evangelio según San Juan.
(Domingo 22 de marzo de 2015) P. Altamira.
(Introducción)
-Texto de San Juan capítulo 8,46-59. Completado con San Juan 8,19ss, con el capítulo 9 (casi completo) y parte del capítulo 10.
Queridos hijos:
El Evangelio de hoy es de San Juan; no lo tradujimos luego del canto, para incluirlo en la prédica.
Queríamos hacerles un relato más completo, con diálogos o acontecimientos ocurridos antes y después de lo narrado en el texto de la Misa (seguimos el orden que da San Juan).
(Cuerpo 1: Textos de la Sagrada Escritura, Evangelio según San Juan)
En el mismo capítulo de los textos de la Misa, unos versículos antes, leemos:
(San Juan 8,19ss) ¿Dónde está tu padre? Respondió Jesús: Ni me conocéis, ni conocéis a mi Padre, si me conocierais a mí, (“fórsitan et”), conoceríais también a mi Padre. (…) Yo me voy, y me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. A dónde Yo voy, vosotros no podéis venir. (…) Vosotros sois de abajo, Yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, Yo no soy de este mundo. Por eso os he dicho que moriréis en vuestros pecados: Si pues no creéis que Yo soy, moriréis en vuestro pecado. (…) ¿Tú quién eres? El principio, el que os habla (25 dixit Iesus: Principium, qui et loquor vobis). (…) Y no entendieron que a su Padre llamaba Dios (27 et non cognoverunt quia Patrem eius dicebat Deum). (…) Si permanecéis en mi doctrina, verdaderamente seréis mis discípulos, y conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres (31 si vos manséritis in sermone meo, vere discipuli mei éritis, 32 et cognoscetis veritatem, et véritas liberabit vos). (…) Todo el que hace un pecado, es esclavo de ese pecado. (…) Sé que sois hijos de Abraham, pero buscáis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. (…) 39 Le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. 40 Ahora buscáis matarme, al hombre que la verdad os he hablado, la cual he oído de Dios: No hizo esto Abraham. 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Le dijeron: Nosotros no hemos nacido de una fornicación, un padre tenemos: Dios. 42 Si Dios fuese vuestro padre, ciertamente me amaríais a mí, pues Yo he salido de Dios y he venido. (…) 44 Vosotros sois de vuestro padre el Diablo (vos ex patre Diablo estis), y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la Verdad, porque no hay Verdad en él… es mentiroso y padre de la mentira (mendax est et pater eius). 45 Pero Yo, si digo la Verdad, no me creéis.
Y aquí comienza propiamente el texto de la Misa (San Juan 8,46-59):
¿Quién de vosotros me argüirá de pecado? Si os digo la verdad, ¿por qué no me creéis? Quien es de Dios, escucha las palabras de Dios. Por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios. Respondieron pues los judíos y le dijeron: ¿Acaso no decimos bien que eres samaritano y que tienes demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis a mí. Yo no busco mi gloria, hay quien (la) busque y juzgue. En verdad, en verdad os digo: Si alguien guarda mi palabra, no verá la muerte para siempre. Dijeron pues los judíos: Ahora sabemos que tienes demonio: Abraham murió y los profetas, y tú dices: Si alguien guarda mi palabra, no experimentará la muerte para siempre. ¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió, y los profetas han muerto? ¿Quién te haces a ti mismo? Respondió Jesús: Si Yo me glorifico a mí mismo, mi gloria es nada: es mi Padre quien me glorifica, quien vosotros decís que es vuestro Dios, y no lo habéis conocido. Yo lo he conocido, y si dijera que no lo conozco, sería semejante a vosotros, mentiroso. Pero lo conozco y guardo su palabra. Abraham vuestro padre exultó por ver mi día; lo vio y se alegró. Le dijeron pues los judíos: ¿Todavía no tienes 50 años y has visto a Abraham? Les dijo Jesús: En verdad, en verdad os digo: Antes de que Abraham existiera (“fieret”), Yo soy. Tomaron pues piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.1
Y luego unos episodios muy importantes e interesantes (San Juan 10,19ss):
19 De nuevo se hizo división entre los judíos a causa de sus palabras. 20 Decían muchos de ellos: Tiene demonio y es un loco (insanit), ¿por qué lo escucháis? (quid eum auditis?). 21 Otros decían: Estas palabras no son de alguien que tiene un demonio, ¿acaso un demonio puede abrir los ojos de los ciegos? (…) 24 Los judíos lo rodearon y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? (Quousque animam nostram tollis?). Si tú eres el Mesías, dínoslo abiertamente (Si tu es Christus, dic nobis palam). 25 Respondió Jesús: Os hablo (loquor vobis), y no creéis; las obras que Yo hago en nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de Mí, 26 pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz. (…) 30 Yo y el Padre somos uno (Ego et Pater unum sumus). 31 Los judíos cogieron entonces piedras para lapidarlo. 32 Jesús les respondió: Muchas obras buenas os he mostrado de mi Padre, ¿a causa de cuál obra de ellas me lapidáis? 33 No te lapidamos a causa de una obra buena, sino por la blasfemia, y porque tú aunque eres hombre, te haces a ti mismo Dios (et quia tu homo cum sis, facis teipsum Deum). (…) 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. 38 Pero si las hago, y si a mí no queréis creerme, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en Mí, y Yo en el Padre (ut cognoscatis et credatis quia Pater in me est, et ego in Patre). 39 Por esto intentaban cogerlo (Quaerebant ergo eum apprehendere) y se escapó de sus manos (et exivit de mánibus eorum).
1 Con lo anterior termina el capítulo 8. Después, viene la curación del ciego de nacimiento, que es casi todo el capítulo 9 de San Juan (es el Evangelio del miércoles pasado): Luego de curado el ciego, decían los fariseos sobre Jesús: 16 Éste no es un hombre de Dios, porque no guarda el sábado. Pero otros decían: ¿Cómo puede un hombre que es pecador hacer estos milagros (signa)? Y había división entre ellos. 17 Le dijeron al ciego: ¿Tú qué dices de él, el que te abrió los ojos? Él dijo: Que es un profeta. (…) 24 Llamaron de nuevo al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios, nosotros sabemos que este hombre es un pecador. (Respondió el ciego:) Si es un pecador, no lo sé, yo sé una cosa, que aunque yo era ciego, ahora veo. (…) 27 ¿Acaso vosotros también queréis haceros discípulos de Él? 28 Le maldijeron y le dijeron: Tú seas su discípulo, nosotros somos discípulos de Moisés. (…) 31 (Dijo el que había sido ciego:) Sabemos que Dios no escucha a los pecadores… 32 Jamás se ha oído decir (a saeculo non est auditum) que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. 33 Si este hombre no fuera de Dios, no podría hacer nada. 34 ¿Has nacido todo en pecado, y tú nos enseñas a nosotros? Y lo arrojaron fuera. 35 Escuchó Jesús que lo habían arrojado fuera, y cuando lo encontró le dijo: ¿Tú crees en el Hijo de Dios? 35 Le respondió y le dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 37 Y le dijo Jesús: Lo has visto, y el que habla contigo, ése es (et vidisti eum, et qui loquitur tecum, ipse est). “Creo, Señor”, y postrándose, lo adoró (Credo Dómine. Et prócidens adoravit eum).
(Cuerpo 2: Algunos comentarios)
Les damos ahora algunos comentarios.
Estos hechos son del último año de vida de Nuestro Señor. Los judíos habían decidido matarlo, pero aún no era “la hora”, no había llegado aún el momento.
“¿Quién de vosotros me argüirá de pecado, quién de vosotros me acusará de pecado?”: ¿Quién podía hacerlo? Nadie; Nuestro Señor, su comportamiento, Él es la santidad misma.
“Si os digo la Verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, escucha las palabras de Dios, por eso vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios”. San Agustín dice que Nuestro Señor, con su ciencia, vio que esos fariseos estaban muertos con muerte del alma y vio también la condenación eterna que más tarde ocurriría, sumergidos en el Infierno. “Los que son de Dios, escuchan la palabra de Dios”: La señal de ser de Dios es oír la Palabra de Dios, oír al Verbo, a Nuestro Señor, seguir entonces la Doctrina Católica. Pero “oír”, en su más perfecto sentido, es y oír, y guardar (cuidar y mantener la Fe Católica), y practicar la Fe Católica, es decir, vivir como buenos católicos sin nuestras incoherencias.
Por supuesto que los judíos no se convierten sino que injurian más a Nuestro Señor: “Eres samaritano y tienes demonio”, “¿por qué le escucháis?, está loco, insanit”.
Ya explicamos el porqué del insulto de samaritano: Los samaritanos eran los habitantes de Samaría, una de las tres regiones en que estaba dividida en esa época Tierra Santa (la región central, si quieren); ellos habían mezclado la Verdadera Religión con errores, herejías, temas del Paganismo, eran herejes, como si dijéramos hoy, “eran de las sectas cristianas”, testigos de Jehová, mormones, en fin, lo que quieran. “Tú eres samaritano”, le decían a Dios, a Cristo, a la máxima y suma Verdad.
Y también le decían “estás endemoniado”, “tienes demonio”. Y la respuesta tan mansa de Nuestro Señor: “Yo no tengo demonio, y vosotros me deshonráis a Mí; Yo no busco mi gloria, hay quien la busque y juzgue (y os juzgará)”. Frente a los insultos, injurias, cosas que nos ultrajan, Él da obras de misericordia, “soportar los defectos del prójimo”, “rezar por los enemigos”. ¡Qué diferencia con nosotros, pues no somos capaces de soportar lo más mínimo contra nosotros! Cristo recibe insultos y da palabras de vida eterna: “Quien guarde mis Palabras, no gustará la muerte eternamente”. Decía alguien: Uno que iba a morir, prometía a muertos (del alma), la vida eterna. Pero estos hombres carnales no entendían, “porque vosotros no sois de Dios”.
(Cuerpo 3: La divinidad de Cristo: CRISTO ES DIOS)
Y ahora veamos el tema más importante: La divinidad de Cristo: Cristo es Dios.
Cristo es el Mesías: “Abraham murió, y los profetas, ¿quién pretendes ser?”. Se acercaba la muerte de Cristo, debía cumplir aquello para lo que vino: “Abraham, vuestro padre, deseó ver mi día, lo vio y se alegró”. Abraham lo vio por la Fe, la Fe en el Mesías, en Cristo. O bien, lo vio –además– por alguna comunicación o visión especial dada a él por Dios. Pero lo más importante es que la afirmación de Nuestro Señor equivalía, al menos, a decir que Él era el Mesías, el deseado de Abraham.
Cristo es Dios: “No tienes 50 años, ¿y has visto a Abraham?”, siguen los fariseos al ras del piso, incapaces de ver la profundidad de las respuestas de Nuestro Señor. Y aquí, la más importante afirmación: “En verdad os digo, antes de que Abraham existiera (fuera hecho: fieret), YO SOY”. Nuestro Señor no dijo “Yo era” sino “YO SOY”, en presente, porque siendo coeterno con el Padre y el Espíritu Santo, antes de que Abraham y de que todas las cosas existieran, Él es. Afirma aquí su divinidad, Cristo es Dios. Y los fariseos sí entienden el alcance de su afirmación, y cogen piedras para tratar de matarlo.
O esa otra afirmación de los textos que agregamos: “Ego et Pater unum sumus: Yo y el Padre somos uno”. Quieren entonces lapidarlo; y Cristo: “He hecho muchas obras buenas… ¿por cuál de ellas me queréis lapidar?”, “no por obra buena, sino por la blasfemia, porque siendo como eres hombre, te haces a ti mismo Dios”.
¿Tenían, los judíos, elementos para discernir si semejantes afirmaciones eran ciertas, si ese decirse Dios era la Verdad? Podía ser mentira, cualquiera puede afirmar gratuitamente algo parecido o semejante.
Los judíos eran y son culpables de su actitud, era y es una ignorancia culpable. Tenían elementos de sobra para discernir: Las palabras de Cristo, su doctrina intachable, ser la pura Verdad; su vida irreprensible, la máxima santidad; y los milagros: “nadie ha hecho milagros como este hombre”, los milagros certifican la veracidad de las palabras de Cristo: Se llamaba Mesías y se llamaba Dios, luego: Era el Mesías, y era “y es” Dios. Por lo menos tendrían que haber visto que era un hombre de Dios, “un profeta”; ahora, si era un hombre de Dios, un santo, el más grande hacedor de milagros, ¿cómo podía mentir? Ese hombre santo, ese hombre de Dios, no se llamaba simplemente santo, simplemente profeta… Se llamaba Dios, luego… ¡Era Dios! “Si Yo no hago las obras de Dios, no me creáis, pero si las hago, si no queréis creerme a Mí, creed al menos a mis obras”.
(Conclusión)
Terminamos con esto: Nuestro Señor Jesucristo es Dios.
Hay que estar dispuestos a dar la vida defendiendo este hecho y esta Verdad, la cual es la gran piedra de tropiezo para el Ecumenismo de hoy (i.e. para la mezcla de las religiones), y es la gran piedra de tropiezo para hacer la Religión Mundial.
El Catolicismo es la única religión verdadera, y se lo puede definir –como alguien hacía- como: La religión de la divinidad de Cristo, “Cristo es Dios”, y del desarrollo de todas las consecuencias que de ello se derivan, aun las más remotas y lejanas.
Pero el Ecumenismo y los ecumenistas han atacado y quieren borrar todas esas consecuencias, incluso las más cercanas y evidentes:
“Nosotros protestantes no podemos aceptar que la Misa sea un sacrificio, y menos que sea el mismo Sacrificio de la Cruz; no podemos aceptar el culto a la Virgen ni a los santos, ni la intercesión de ellos; no podemos aceptar el Sacramento de la Confesión, ni el Purgatorio, etc, etc, etc”. “Concedido”: Cambiamos la Misa, cambiamos los Sacramentos, falsa teología.
“Nosotros ortodoxos rusos y otros no podemos aceptar la Primacía o el Primado de San Pedro, el Papado; no podemos aceptar que el Espíritu Santo proceda del Padre y del Hijo, etc”. “Concedido”: El Papa es tan sólo un obispo más, tan sólo el Obispo de Roma –como se presentó Francisco-, el cual debe actuar con su Colegio (Colegialidad); en cuanto a lo del Espíritu Santo, ya veremos cómo hacemos, dennos tiempo.
“Nosotros judíos decimos que Cristo no es Dios, que Cristo no es el Mesías, que es un Impostor, el gran Impostor, etc, etc”. “Concedido”: Ahora los santos no son nuestros hermanos mayores, sino ¡los judíos son nuestros hermanos mayores! (como el mismo Mons. Fellay ha dicho), además dejemos de lado el tema de Cristo y afirmemos simplemente que tenemos el mismo Padre, el mismo Dios.
Mahometanos, budistas, el resto de las religiones: “Todos tenemos el mismo Dios, hay derecho y libertad para estar en la religión que a uno le plazca, todas las religiones son buenas y dan lo mismo, todas llevan al Cielo”.
“Nosotros, farsantes y ateos del mundo, no podemos aceptar que Cristo sea Dios, sí un gran hombre, un bienhechor de la Humanidad, no tan bueno como Gandhi, pero un gran hombre”. Y la falsa Iglesia Conciliar: “Caray, esto está complicado, dennos tiempo para ver cómo hacemos, y cómo les vamos a decir a los bobos de nuestros fieles católicos estas cosas”. “Bueno, ok, pero apúrense, la Humanidad está sedienta del anuncio, además ya llega El Esperado, el que salvará la Humanidad sin Cristo y contra Cristo: Anticristo”.
Y la respuesta a toda esa impiedad es “UN NO ROTUNDO Y ENORME”. Y la afirmación también rotunda y absoluta de que CRISTO ES DIOS, y estar dispuestos a dar la vida por ello, y “hasta las consecuencias más remotas”.
“Credo in Iesum Christum”: El cual es Dios, consustancial al Padre, Dios de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero, que junto con Dios Padre y con Dios Espíritu Santo SIMUL ADORAMUS, al mismo tiempo y en igualdad adoramos y conglorificamos, en el seno de la Santísima Trinidad, tres Personas distintas y un solo Dios verdadero.
AVE MARÍA PURÍSIMA.