Domingo de Septuagésima 2017

Algunas enseñanzas sobre El Noviazgo.

(Domingo 17 de febrero de 2017) P. Altamira.

(Introducción)

Queridos hijos:

Hace unas semanas atrás, en la Fiesta de la Sagrada Familia, habíamos dicho que queríamos dar una o dos prédicas más sobre esos temas de la familia, de lo que es una santa familia católica ante Dios. Lamentablemente debimos hacer un pequeño viaje y luego las dos semanas de Retiros (para mujeres, y después para hombres); ello nos impidió hacerlo.

Por eso, a pesar de que hoy comienza la Septuagésima, esta vez dejaremos de lado la prédica sobre el Evangelio o el espíritu de la liturgia de esta época, para –así esperamos- aclarar algunas cosas sobre EL NOVIAZGO, pues existen muchos conceptos errados respecto de él y luego se obra mal, y mal se encamina el Matrimonio.

Y para comenzar, dar un concepto sencillo de noviazgo sería decir que: “es la época previa de preparación para el Matrimonio, para saber lo que es el Matrimonio, y para determinar casarse viendo si el otro es, o no, la persona adecuada para hacerlo, la persona con la cual quedar ante Dios unidos hasta la muerte”. Es decir, y esto es muy importante recalcar, que EL FIN DEL NOVIAZGO ES EL MATRIMONIO. Y en toda cosa, la consideración del fin da mucha luz sobre cómo es y deber ser, y qué es lo correcto y qué lo incorrecto en el obrar. Apliquemos eso al noviazgo.

(Cuerpo 1: Noviazgos tempranos y noviazgos eternos)

Para dar un primer tema: Si el fin del noviazgo es el Matrimonio, ya con eso vemos cómo están erradas y fuera de lugar esas costumbres que tenemos en nuestros países de los noviazgo tempranos (a temprana edad) y lo noviazgos “eternos” (los que duran demasiados años).

En cuanto a los noviazgos a temprana edad, si el fin del noviazgo es el Matrimonio, uno se pregunta qué tiene que hacer un mocoso o una mocosa de catorce años (por decir algo) estando de novios, ¡evidentemente que, a esa edad, ni por casualidad se van a casar!; entonces qué hacen de novios. Y muchas veces las mamás son las que fomentan este despropósito con una hija de doce años y con su “noviecito”; creo que esto no es por maldad sino más bien por ignorancia, y porque nosotros los sacerdotes no enseñamos estas cosas. No hay reglas tan fijas, pero si nuestras costumbres actuales muestran que en general se están casando hacia los 23 ó 24 años, pues cercano a esa edad se deberá buscar novio o novia; es decir, en general, luego de haber terminado al menos el bachillerato.

De la mano con esto, y las costumbres erradas que tenemos, se presentan los noviazgos “eternos”: Estar siete, ocho, diez años de novio. Aunque hoy en día, entre los jóvenes, ni los noviazgos duran, por lo cual creo que ésa era una costumbre más bien difundida en la generación de nuestros padres, pero igualmente conviene aclarar este punto.

O si vamos a ir a los jóvenes “en unión libre”, lo anterior sí se aplica. Paréntesis: en mi país no se usa casi esa expresión, seguimos diciendo “concubinato”, o los que quieren usar un eufemismo dicen “irse a vivir con la novia”.

Primero que nada, está totalmente mal y fuera de lugar irse a vivir con la novia sin estar casados: Una persona se va a vivir con su esposa, no con su novia. Pero con este tema de la unión libre, hablando de los años que pasan, “viven y viven de novios” sin casarse (entre otros problemas bien graves que tiene la unión libre).

Volviendo al punto y sea como fuere, no se ve razonable ni correcto que un noviazgo dure seis, ocho años, diez años. El estado de vida es el Matrimonio, no el noviazgo. De lo contrario -una ironía-, para la manifestación del estado civil en los formularios van a empezar a poner tres casilleros en vez de dos.

“Estado civil: a) Soltero. b) De novio. c) Casado”. Vamos a hacer que el “de novio” sea un nuevo estado civil de las personas (aunque la unión libre ya lo está haciendo; todo mal ante Dios).

Entonces, ¿cuánto debe durar un noviazgo? No hay reglas fijas, pero volvemos a la consideración del fin, pues el noviazgo es para ver de casarse o no con esa persona. Y la respuesta será: Pues el noviazgo debe durar lo necesario y conveniente para saber y sacarse la duda si ésa es, o no, la persona adecuada para quedar “ligado” ante Dios hasta la muerte, “de por vida” –como se suele decir-, y si es la persona adecuada para ayudarse a conseguir la salvación. Un buen hijo de Dios o una buena católica deben ver si –y me adelanto al tema siguiente- si esa persona le ayudará, o no, a llegar al Cielo, no sólo al esposo o esposa, sino también a los niños.

En el noviazgo: ¿Se debe hablar de las florcitas y de los pajaritos; dar un suspiro? Respondemos sí, obviamente, pero no solamente de los pajaritos y de las florcitas, sino también de las cosas más importantes de la vida: Dios y su Santa Religión Católica, la familia, los niños, etc, etc. Y ver así, si es o no la persona adecuada. Para saber de estas cosas, si somos “serios”, con unos dos o tres años (no hay reglas fijas) parece suficiente, y luego a casarse. Si no es la persona correcta, antes de ello, se le da “el hasta luego”, “terminar” con el novio o novia como dicen aquí.

(Cuerpo 2: LAS CUALIDADES que debe tener el novio o la novia)

Y ahora, habiendo esbozado algo en el punto anterior, veamos las cualidades que debe tener el novio o la novia que elijan. Obviamente que en este tema no diremos aquí todo, ni todos los temas.
Un punto previo es considerar que la facultad que Dios ha dado para que cada uno rija su vida es el entendimiento, no el sentimiento. Nuestras vidas deber ser regidas por nuestra inteligencia o razón (iluminada por la Fe), y no por las pasiones o sentimientos.

Evidentemente que a usted le debe “gustar” el novio o la novia que escojan, pero no puede ser sólo eso; o usted se casará con una pura “cáscara”. Al menos al mismo tiempo de esa primera atracción, al analizar las cualidades de la persona que a usted le gusta, usted debe ver si él o ella será alguien que le ayude a llegar al fin de esta vida que es la salvación, ver que esa persona le ayude a usted y a sus hijos ¡a llegar al Cielo!, ¡y no a llegar al Infierno! Entonces el punto de Dios, de la Santísima Trinidad, y su única religión, “El Catolicismo”, es absolutamente clave.

Antes de ponerse de novio, el primer requisito que debería ver un joven o una joven, con respecto a una persona que les guste, es o debería ser ver cómo es esa persona hacia Dios y hacia el Catolicismo. ¡Y nadie hace eso! El tema religioso es el último “requisito”, si es que existe como “requisito” (en general, no es un requisito). Mas usted se va a quedar “ligado” con esa persona hasta la muerte, hasta el final, cómo no se va a fijar cómo es esa persona con respecto a Dios Nuestro Señor Jesucristo y la Religión Católica. Dentro de lo que uno puede ver, y prever, hay que entender que está de por medio la salvación para usted y para los niños. La gente ni se fija en el tema religioso.

Y en este tema hay un esfuerzo extra e ineludible que hacer, el cual es que el novio o la novia entienda de esta falsificación del Catolicismo hecha con el Concilio Vaticano II, y quiera practicar nuestra verdadera Fe Católica, sin toda esta cuestión de “lo moderno” que padecemos hoy. Hay que hacer las cosas bien en el noviazgo.

Y tenemos así la novia “moderna” (o el novio “moderno”) que de Dios y del Catolicismo “ni hablemos”, menos aun de la crisis y del Concilio Vaticano II. Y hasta el punto de tener la novia judía o protestante (los mal llamados “cristianos”), etc: Imagínense lo difícil (si no imposible) que es llevar adelante un matrimonio ante Dios, un matrimonio realmente católico, cuando la otra parte es de otra religión; y el católico moderno ni se fija en estas cosas.

Otro punto que queremos recalcar, dentro de las cualidades del novio o novia, ES EL TEMA DE LOS HIJOS.
En el noviazgo se tiene que plantear el tema de los niños, de los hijos, tener hijos.
El fin primario y principal del Matrimonio es la procreación, tener niños (o intentar tenerlos), y la educación católica de la prole, hacer santos a esos niños. De allí que la Familia Numerosa fue una gloria entre nosotros los católicos. ¡Basta de la mentalidad anticonceptiva!: Tener niños “no es algo malo”, ¡es algo bueno y muy bueno y muy hermoso! Hay que buscarse una novia o un novio que quieran tener muchos niños, una familia bien numerosa si Dios les regala eso. Este fin primario del Matrimonio, la procreación, es tan importante que si se tiene una intención contra dicho fin (no tener niños contra dicho fin), el supuesto Matrimonio es inválido. Es un tema importantísimo.

De allí que uno de los temas principales y más importantes que se debe hablar con la novia o el novio, ANTES DEL MATRIMONIO, es el tema de los hijos que van a tener, y buscarse una novia que quiera tener muchos niños. “Ah, yo no quiero tener hijos”; eso no sirve, el Matrimonio sería inválido. “Vamos a tener sólo dos, la famosa parejita, o cuanto mucho tres”; cuidado, eso no va bien. “Estoy dispuesta a tener hasta cinco máximo, aunque me digan que soy una burra”; pues hay un cierto bien porque se sale de la típica parejita, pero de cualquier manera la cosa no está correcta; ¿qué hará luego del quinto, usar anticonceptivos, la T de cobre o el DIU, ligadura de Trompas, Pomeroy, la vasectomía del esposo, etc, etc, etc?, estas cosas son todas pecados mortales que llevan al Infierno; es como decir, “con mi novia planeamos obrar bien ante Dios en nuestro matrimonio al principio, y luego del quinto haremos pecados mortales”; es un absurdo un razonamiento así.

Por eso, “la candidata” además de ser una joven que les guste, tiene que ser, ¡y antes de ello!, una joven que quiera tener niños y muchos niños, si Dios les regala eso. Y es lo mismo con “el candidato”, pues una hija de Dios, una católica, no puede jamás aceptar que su esposo haga anticoncepción.
Algunos dicen: “Tener niños es sacrificado y cuesta dinero”; pues sí, pero antes que eso y por encima de eso, es lo que corresponde ante Dios y es algo hermosísimo; por otro lado, los esposos no están aquí ni para la comodidad ni para la plata, sino para ganarse el Cielo con sus niños, ayudándose mutuamente dichos esposos.

Sobre este tema, consideren una cosa: Sin duda no es lo único, pero es uno de los temas más-mas importantes que dividen las aguas entre un Matrimonio muy santo (en estado de gracia y para Dios), y un Matrimonio lleno de pecados. Con el mayor respeto hacia las damas que están aquí presentes, desde que una jovencita se casa, ella tiene alrededor de 20 años de fertilidad para poder tener niños. La esterilidad existe pero habitualmente la gente sí puede tener niños. Para tener, en 20 años de fertilidad, solamente la famosa parejita, sólo dos niños, o tres, en general hay que hacer no uno sino “mil” pecados en la intimidad.

Al revés si el novio y la novia antes de casarse ponen bien en claro este punto de los hijos, implica en general un matrimonio lleno de santidad, con diez o doce niños, como eran nuestros abuelos, y como debemos volver a ser hoy. Lo tristísimo de todo esto, es que nuestros mismos padres o abuelos que tuvieron muchos niños, fueron a veces los primeros en decir a sus hijos: “ustedes no vayan a cometer el mismo error”; qué vergüenza que se diga algo así. Es un honor tener muchos niños y conseguir que cada uno de ellos tenga otros tantos “muchos”; ¡ésas eran las familias antes, y ésas deben ser las familias hoy!

Si la novia o el novio que se tiene no quiere tener muchos niños sino planificar o anticoncepción, pues no es el candidato o la candidata, y se debe dar “el hasta luego”, terminar o cortar. El tema de los hijos no es lo único, pero –como decíamos más arriba- es un tema clave que divide “las aguas”, para llevar un Matrimonio santo y muy hermoso ante Dios.

En el último, y en general en todos los Retiros Espirituales, cuando explicamos estas cosas, nos dicen: “Padre, ¿dónde voy a conseguir un novio o una novia así?”.
Sin duda que no es tan fácil. En definitiva: O se encuentran a su novia y futura esposa “ya fabricada”, pensando bien, pensando “en católico”, y amando todas estas cosas santas, la práctica del Catolicismo, la familia, el esposo, querer tener muchos hijos (es como ganarse la lotería); o “se fabrican” la esposa (o esposo) que quieren tener, enseñando a su novia estas cosas y logrando que ella las ame. Tal vez se encuentran una jovencita “moderna” que no es “mala”, que es dócil, y que tal vez en estos temas piensa “modernamente” porque todo el mundo es así, pero no porque crea, ni crea profundamente en estas mentiras y “patrañas” modernas; y allí tendrá que venir un buen Catecismo y las enseñanzas de su novio, y convencerla muy sinceramente de todas estas hermosas cosas católicas para que las ame y las quiera. Pero “nadie da lo que no tiene”, primero el novio o novia deberá conocer y amar estas cosas, ser un buen católico; de lo contrario será un “farsante” que nada serio construirá, sino algo superficial.

(Conclusión: Breves palabras sobre pecados dentro del noviazgo)

Como un tercer punto y a modo de conclusión, decimos dos palabras sobre los pecados del noviazgo, pues en las prédicas muchas veces no se puede decir todo.

¡Qué papá y mamá modernos siguen enseñando explícitamente a sus hijos, como corresponde, sobre la virginidad hasta el Matrimonio! Y hablemos claramente: No solamente la virginidad de la mujer, sino también la virginidad de los hijos varones, ¡las cosas como son! Los padres de familia van a tener que rendir cuentas de cómo educaron o no a sus hijos en éstos y en otros muchos temas.
De allí que está totalmente fuera de lugar el tema de que los novios tengan relaciones, intimidad, y/o cosas relacionadas, antes del Matrimonio.
Las cosas como son: Eso es un pecado mortal, y manda al Infierno. Si así no han enseñado a sus hijos e hijas, ya es hora de que lo hagan: Dios les pedirá cuentas.

Ustedes deben aspirar a lo hermoso y santo de Dios y de nuestra Santa Religión Católica: Tener hijos e hijas puros, donde brille la virtud de la pureza y castidad hasta el Matrimonio, como Dios los quiere y como Dios los ama.

AVE MARÍA PURÍSIMA.