2° Domingo de Adviento 2016

Quién no se escandaliza de Cristo, defender a Cristo.

(Domingo 4 de diciembre de 2016) – P. Altamira.

(Introducción) 

Queridos hijos: 

 Estos domingos de Adviento y sus Evangelios tan hermosos, puestos por la Santa Iglesia Católica en su Liturgia; hoy, Domingo  Segundo de Adviento, escuchábamos uno de los fragmentos sobre San Juan Bautista (San Mateo 11,2-10): 

Quid existis in deserto videre? (¿Qué salisteis a ver al desierto?). Arundinem vento agitatam? (¿Una caña… agitada por el viento?)… Quid  existis videre? prophetam? (¿Qué salisteis a ver?, ¿un profeta?). Etiam dico vobis, et plus quam prophetam… (Sí, os digo, y más que  profeta… ). Palabras de Cristo sobre San Juan Bautista. 

 Mas hoy queríamos quedarnos en otra frase de Dios Nuestro Señor Jesucristo, en una bienaventuranza que Él da, beatus!,  ¡bienaventurado!; y dice así: Beatus est, qui non fuerit scandalizatus in me: Bienaventurado es, el que no se escandalice de mí. Frase hermosa:  Bienaventurado el que no se escandalice de mí, el que no se escandalice de Dios Nuestro Señor Jesucristo. Veamos algunas enseñanzas. 

(Cuerpo: Algunas enseñanzas) 

 ¿Quién es, o cómo es, una persona que no se escandaliza de Cristo? 

 En primer lugar, no se escandaliza de Cristo: Quien lo defiende a Él y a su doctrina. Quien defiende que Cristo es Dios (punto clave y  piedra de escándalo, pues no podrán hacer la Religión Mundial del Falso Profeta, si no destruyen el hecho y la verdad de que Cristo es  Dios). No se escandaliza de Cristo: Quien defiende a la Santísima Trinidad, único Dios verdadero (otro punto que deberán destruir los del del Falso Profeta). No se escandaliza: Quien defiende el Catolicismo y lo confiesa como lo que es, la única religión verdadera. Quien no  permite, según sus fuerzas y posibilidades, que nuestra Santa Religión Católica sea falsificada y adulterada (con el Concilio Vaticano II y  todo lo moderno y Modernista); quien no permite que con esta falsificación se engañe en su buena fe a miles de almas. En definitiva, lo  primero es Dios Nuestro Señor Jesucristo y su Santa Religión Católica: Primero la Verdad, primero la Fe, la Verdad de Dios. Veamos algo  de esto en la Sagrada Escritura: 

(San Mateo 10,32ss) A todo aquel que me confiese delante de los hombres, Yo lo confesaré también delante de mi Padre que está en los  cielos; mas quien me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos. No creáis que he  venido a traer la paz sobre la tierra. No he venido a traer la paz sino la espada… Quien ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es  digno de Mí; y quien ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí. 

 Mas hay un segundo aspecto que pasa a nuestra vida diaria, a nuestro intento y deseo de poder ser buenos católicos, buenos hijos de  Dios. Y aquí Cristo también “divide”; y da esa bienaventuranza, beati, a los no se escandalizan de Él, a los que hacen su vida para Cristo,  bienaventuranza para los que aceptan “militar para Cristo”. Porque Él, y servirlo a Él, es siempre piedra de escándalo y de contradicción,  es la Cruz y “El Camino de la Cruz”; mas todos nosotros -por nuestra naturaleza- quisiéramos un vida tranquila y cómoda. Sin embargo,  con la Sagrada Escritura, veamos algunas de tantas ilustraciones de cómo es, o será, nuestra vida: 

[San Mateo, también capítulo 10 ut supra] (16 y 17) Mirad que os envío como ovejas en medio de los lobos. Sed, pues, prudentes como las  serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres… (22) Y seréis odiados por causa de mi nombre, pero el que perseverare  hasta el fin, ése se salvará… (24-25) El discípulo no es mejor que su maestro, ni el siervo mejor que su amo… Si al dueño de casa llamaron  Belzebú, cuánto más a los de su casa… (28) Y no temáis a los que matan el cuerpo, y que no pueden matar el alma; sino temed a aquel que  puede perder alma y cuerpo en la gehena [en el Infierno]… (38ss) QUIEN NO TOMA SU CRUZ Y ME SIGUE, NO ES DIGNO DE MÍ. Quien halla su  vida, la perderá; y quien pierde su vida por Mí, la hallará. Quien a vosotros recibe, a Mí me recibe, y quien a Mí me recibe, recibe a Aquel  que me ha enviado…1 

 En definitiva, nuestra vida, nuestras acciones, son del orden principal de la Caridad, Caridad en su primer y puro sentido que es el  amor a Dios, amor a Dios demostrado con nuestra vida, y en el segundo sentido que es el amor a Dios demostrado con el amor al  prójimo. Y todo en nuestra vida ha de resumirse o recapitularse en la Cruz, en “El Camino de la Cruz”, que son de esas cosas -como  siempre expresamos- que se dicen tan fácilmente pero se viven tan difícilmente (cosas que nosotros no sabemos vivir). Y entre tantos  aspectos tan hermosos y profundos que implican la Cruz, está el saber y entender que no podemos nada, que no valemos nada, que lo  humano es poco, y que puede nada, la nada de naturaleza caída: para tener Humildad, para no apoyarnos en los que nosotros somos  (engañándonos a nosotros mismos, y ciertamente fracasando). Mas debemos apoyarnos en Dios y en su gracia, es lo único que puede  salvarnos. Entender que la sabiduría humana es necedad, y sólo Dios con su gracia puede darnos la verdadera sabiduría. Dice San Pablo: 

(1 Cor 1,17ss) …predicar el Evangelio no mediante sabiduría de palabras [de palabras humanas], para que no sea quitada la Cruz de Cristo (ut non evacuetur Crux Christi). La doctrina de la Cruz, Verbum Crucis, es, en efecto, locura para los que perecen; pero para aquellos son salvados, es decir para nosotros (iis autem qui salvi fiunt, id est nobis), es fuerza de Dios (Dei virtus est). Porque está escrito: Destruiré la  sabiduría de los sabios y anularé la prudencia de los prudentes… Así pues los judíos piden milagros (Quoniam et Iudaei signa petunt), y los  griegos buscan sabiduría (et Graeci sapientiam quaerunt),  NOS AUTEM PRAEDICAMUS CHRISTUM CRUCIFIXUM: Iudaei quidem scandalum, gentibus autem stultitiam: Pero nosotros predicamos a Cristo  crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles; mas para los que son llamados… un Cristo que es poder de Dios y sabiduría  de Dios (Christum Dei virtutem, et Dei sapientiam). Porque la “insensatez” de Dios es más sabia que los hombres (quia quod stultum est  Dei, sapientius est hominibus), y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres (et quod infirmum est Dei, fortius est hominibus)…  (capítulo 2,1ss) Yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no llegué anunciándoos el testimonio de Cristo con superioridad de palabra o de  sabiduría, NON ENIM IUDICAVI ME SCIRE ALIQUID INTER VOS, NISI IESUM CHRISTUM, ET HUNC CRUCIFIXUM: Pues me determiné no saber entre vosotros otra  cosa sino a Jesucristo, y Éste crucificado… mi lenguaje y mi predicación no consistieron en palabras persuasivas de sabiduría humana (non in persuabilibus humanae sapientiae verbis)… para que vuestra fe no se funde en sabiduría de hombres, sino en fuerza de Dios (ut fides vestra non sit in sapientia hominum, sed  in virtute Dei). 

1(San Lucas 2,34-35) Los bendijo entonces Simeón, y dijo a María, su madre: Éste es puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel, y para ser una señal de contradicción, y una espada  traspasará tu alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones.

(Conclusión) 

 Esta vida es dura, sin duda. ¡Cómo sentimos, y cómo nos pesa la Cruz!; así a todos. 

 Mas, de la mano con esto, relacionado con esto, cuanta importancia lleva el obtener la gracia, y la bienaventuranza, de “NO  ESCANDALIZARSE DE CRISTO”, es decir, de ser capaces –en este mundo malo, en este siglo malo- de defender a Cristo, de defender a la  Santísima Trinidad, a la Religión Católica, defender que amamos y que queremos amar a la Santísima Virgen María. En nuestras vidas:  Que queremos ser capaces de sufrir por Cristo, de casarnos con Cristo, de soportar “el escándalo de Cristo”, llevar la Cruz, de no  predicar sino a Cristo y Éste crucificado, de ser ovejas en medio de lobos, no dejarnos engañar, ser simples como palomas pero prudentes como serpientes. 

 Y entre diferentes consejos, para “no escandalizarnos de Cristo”, decimos: La Sagrada Escritura, en medio de todos estos avatares, es  y debe ser un consuelo, un consuelo a través de ser asiduos a la Sagrada Escritura, leerla y meditarla. La Epístola de la Misa de hoy: (Romanos 15,4) Fratres: Quaecumque scripta sunt, ad nostram doctrinam scripta sunt: ut per patientiam, et consolationem Scripturarum,  spem habeamus: Hermanos, todas las cosas que han sido escritas, para nuestra enseñanza han sido escritas, para que por la paciencia (por  las cosas que padecemos), y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.2 

 Y el comentario que Mons. Straubinger relaciona con Romanos 15,4, el versículo inicial de la Epístola de hoy (lo que acabamos de  leer), nos enseña sobre los frutos de la Sagrada Escritura, y dice así: 

“(25) Esta sabiduría [de Dios] la encontramos, como observa San Jerónimo, en primer lugar en la meditación y ciencia de las Sagradas  Escrituras, que en medio de las tribulaciones y torbellinos del mundo conservan el equilibrio de nuestra alma. San Pablo la llama nuestra  consolación (Romanos 15,4)”.3 

 Dios nos dé el luchar bien, y nunca escandalizarnos de Cristo. 

AVE MARÍA PURÍSIMA. 

2Sigue así: Deus autem patientiae, et solatii, det vobis idípsum sápere in alterutrum secundum Iesum Christum : El Dios de la paciencia y del consuelo os dé el sentir una misma cosa entre vosotros según Jesucristo. 3En realidad Mons. Straubinger está comentando 1 Corintios 1,25, pero en su comentario lo relaciona casualmente con Romanos 15,4.