Despertar al Pecador.
(Domingo 26 de julio de 2015) P. Altamira.
Día 17 de julio… En Roma, SAN ALEJO, confesor, hijo del senador Eufemiano, el cual, la primera noche de sus bodas, dejando intacta a su esposa, se retiró de su casa, y después de una larga peregrinación volvió a Roma, donde, engañando al mundo con una nueva invención, estuvo desconocido por espacio de 17 años, hospedado como un pobre en casa de sus padres; pero, después de muerto, y conocido por una voz que se oyó por las iglesias de Roma, y por un papel escrito de su mano, fue trasladado con solemne pompa en tiempo del Papa Inocencio I, a la Iglesia de San Bonifacio, donde resplandeció con muchos milagros.
(Introducción)
Queridos hijos:
Tenemos tanto en la Epístola como en el Evangelio de hoy dos textos muy hermosos.
En el Evangelio (Lucas 19,41-47) tenemos el llanto de Nuestro Señor por Jerusalén y el anuncio de su futura destrucción como castigo por no haber reconocido al Mesías y por haberlo matado. La destrucción fue hecha por los romanos en el año 70, por los generales Tito y Vespaciano. Los episodios del Evangelio ocurren en la última semana de vida de Cristo, luego de su entrada triunfal de Ramos. Cristo realiza también aquí la segunda limpieza1 del Templo arrojando a los vendedores y tumbando sus mesas, sus productos, sus dineros: “Mi Casa es Casa de Oración, y vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones” (Domus mea Domus Orationis est. Vos autem fecistis illam speluncam latrónum).
En la Epístola (1 Cor 10,6-13) tenemos una enumeración, muy aleccionadora, de castigos, que Dios hizo en esta vida a sus hijos del Judaísmo (que en esa época era Religión verdadera todavía). Castigos que hizo, y que va a hacer aun hoy con sus actuales hijos, nosotros, los católicos, por abandonarlo. Luego del canto de la Epístola, no la tradujimos porque queríamos incluirla en la prédica.
(Cuerpo 1: Texto de la Epístola)
Es la Primera Carta a los Corintios, leeremos desde unos versículos anteriores al texto de la Misa (1 Cor 10,1-5):
1 Nolo enim vos ignorare fratres, quoniam patres nostri omnes sub nube fuerunt, et omnes mare transierunt, No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres, todos estuvieron bajo la nube, y todos atravesaron el mar, 2 et omnes in Moyse baptizati sunt in nube, et in mari: y todos fueron bautizados (limpiados o purificados) por Moisés en la nube y en el mar, 3 et omnes eamdem escam spiritalem manducaverunt, y todos comieron la misma comida espiritual, 4 et omnes eumdem potum spiritalem biberunt (bibebant autem de spiritali, consequente eos, petra: petra autem erat Christus): y todos bebieron la misma bebida espiritual (bebían de una piedra espiritual que los seguía: y la piedra era Cristo): 5 sed non in pluribus eorum beneplacitum est Deo : nam prostrati sunt in deserto: pero no en muchos de ellos estuvo el beneplácito de Dios, pues fueron muertos en el desierto. 6 Hæc autem in figura facta sunt nostri, ut Estas cosas ocurrieron en figura de nosotros, para que…
Y ahora empieza el texto de la Misa (1 Cor 10,6-13):
6 (continuación) non simus concupiscentes malorum, sicut et illi concupierunt. no seamos concupiscentes de las cosas malas (no deseemos las cosas malas), como ellos las desearon. 7 Neque idololatræ efficiamini, sicut quidam ex ipsis: quemadmodum scriptum est : Sedit populus manducare, et bibere, et surrexerunt ludere. Ni os volváis idólatras, como algunos de ellos, como está escrito: El pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantaron a retozar. 8 Neque fornicemur, sicut quidam ex ipsis fornicati sunt, et ceciderunt una die viginti tria millia. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y murieron en un día veintitrés mil. 9 Neque tentemus Christum, sicut quidam eorum tentaverunt, et a serpentibus perierunt. Ni tentemos a Cristo, como algunos de ellos tentaron, y perecieron (mordidos) por las serpientes. 10 Neque murmuraveritis, sicut quidam eorum murmuraverunt, et perierunt ab exterminatore. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron en manos del (ángel) exterminador. 11 Hæc autem omnia in figura contingebant illis : scripta sunt autem ad correptionem nostram, in quos fines sæculorum devenerunt. Estas cosas les ocurrían a ellos en figura, y fueron escritas para nuestra corrección (para nuestro escarmiento), a los cuales (a nosotros) los finales de los siglos han llegado. 12 Itaque qui se existimat stare, videat ne cadat. Por eso (por esas cosas ocurridas a ellos), quien estime estar de pie, tenga cuidado no vaya a ser que caiga (el que es orgulloso y se cree una gran cosas, «estar de pie», cuidado no vaya a ser que termine en el piso, condenado por Dios). 13 Tentatio vos non apprehendat nisi humana : fidelis autem Deus est, qui non patietur vos tentari supra id quod potestis, sed faciet etiam cum tentatione proventum ut possitis sustinere. No os tome una tentación sino humana: Pero Dios es fiel, el cual no sufrirá (no permitirá) que vosotros seáis tentados por encima de aquello que podéis, sino que también hará que saquéis provecho2 (que os beneficiéis) con la tentación, para que podáis soportar.
Y agrego dos versículos más:
14 Propter quod, carissimi mihi, fugite ab idolorum cultura : Por esto, carísimos, huid del culto de las falsas religiones (de los ídolos): 15 ut prudentibus loquor, vos ipsi judicate quod dico: os hablo como a gente prudente, vosotros mismos juzgad lo que os digo.
1 Si no nos equivocamos, San Juan es el único que narra (cap. 2,14ss) la primera limpieza del Templo que ocurrió al principio de la vida pública de Nuestro Señor, luego de las bodas de Caná. En esta limpieza, se valió Cristo de un azote hecho con cuerdas.
2 La palabra “proventus-us”: resultado feliz, buen éxito, provecho, abundancia –tal vez en sentido derivado de todos éstos: ayuda, ventaja-.
(Cuerpo 2: La Misericordia y la Justicia de Dios. La falsa Religión de Concilio Vaticano II)
Sin negar la misericordia de Dios (que nos quiere salvar a todos y llevarnos al Cielo), sin negar que aquello a lo que debemos tender es hacia el amor, hacia el amor a Dios, por ser esto lo más importante y lo más perfecto, sin negar que a Dios no podemos estar viéndolo como “un gendarme” sino como “un padre amoroso”, todo esto, sin embargo, no quita que Dios, si no cambiamos, si no nos convertimos y si no dejamos el pecado (el pecado mortal en particular), aplicará –más tarde o más temprano- sus castigos. Dios es bueno, y muy bueno, pero no es tonto.
Dios perdona, y perdona más de lo que merecemos, pues con nuestros pecados se comete la ofensa de una criatura finita y absolutamente imperfecta hacia el Creador y Ser infinito. Pero Él, libremente, sin estar obligado, ha querido y quiere perdonarnos, ¡y a la menor señal nuestra de arrepentimiento!, ¡y se encarnó!, ¡y murió por nosotros en la Cruz para la Redención y salvación!
Pero debemos arrepentirnos, y si morimos en desgracia, sin el estado de gracia, con pecado mortal, Dios nos libre: Existe también el Infierno, y todo eterno.
Decimos estas cosas, porque entre las miles de malas enseñanzas que cunden dentro de la falsa Religión del Concilio Vaticano II, la “Religión Conciliar”: Los católicos hemos oído hasta el cansancio que “Dios no castiga”.
Tan absurdo y falso es este slogan y herejía modernista que basta pensar en que existe el Infierno, y uno dice: “¡Caramba!, si eso no es un castigo, díganme qué cosa lo es”.
Pero “al Infierno no va nadie”, o “no existe”, o “si existe, está vacío”, o “todos nos salvaremos y nadie se condena” (ideas o enseñanzas de Juan Pablo II y de otros)
Frente a ello tenemos toda la verdadera Doctrina Católica. Pero aquí, además, en la Epístola, San Pablo nos ha enumerado castigos de Dios realizados incluso en esta vida, cosa que -por supuesto- también es muy negada por la herejía modernista que padecemos.
(Cuerpo 3: Ejemplos de castigos en esta vida)
Queríamos agregar dos grupos de ejemplos de castigos en esta vida.
El primer grupo: Castigos públicos y colectivos, por los pecados: La destrucción de ciudades enteras. Jerusalén y Sodoma queríamos recordar.
En el mismo Evangelio tenemos la profecía de Cristo sobre lo que iba a pasar, y ocurrió, a Jerusalén (Lucas 19,43 y 44): La mencionada destrucción por los romanos. “¡No quedará piedra sobre piedra!”, había dicho Cristo.
43 Quia venient dies in te : et circumdabunt te inimici tui vallo, et circumdabunt te: et coangustabunt te undique: Porque vendrán días sobre ti: y te circunvalarán tus enemigos con un vallado, y te circunvalarán: y te estrecharán por todas partes: 44 et ad terram prosternent te, et filios tuos, qui in te sunt, et non relinquent in te lapidem super lapidem: eo quod non cognoveris tempus visitationis tuæ. Y te arrojarán por tierra a ti, y a tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán de ti piedra sobre piedra: porque no conociste el tiempo de tu visitación.
Ahora, la ciudad de Sodoma:
Sodoma, en la época de Abraham, estaba “tapada”, “plagada” de pecados, en particular de un tipo de pecado que tiene mucha “actualidad”. No había en ella ni siquiera 10 justos, 10 personas sanas, correctas. Miren la situación de esa ciudad, y también de Gomorra, y también de las nuestras, de nuestras ciudades actuales.
¿Y cuál era, sobre todo, el pecado que cundía en Sodoma, el pecado del cual estaba “llena” Sodoma, y que les digo que tiene actualidad?
Era el pecado de homosexualidad. De hecho, supongo que todos lo saben que, de la palabra “Sodoma”, viene “sodomía”, y que la palabra “sodomía” es sinónimo de “homosexualidad”; aunque en sentido más estricto –disculpen lo horrendo- significa lo contra natura, “los lugares incorrectos” en esos temas. Pecado abominable. Que también –lamentablemente- se puede dar en el Matrimonio destruyendo absolutamente la santidad matrimonial y su decoro.
Recordemos brevemente lo de Sodoma (Génesis cap 18,16 hasta el cap. 19,29):
(Cap. 18) 20 Dijo pues Dios: El clamor de Sodoma y Gomorra es grande, y sus pecados son extraordinariamente graves. (…) 26 Si hallare en Sodoma cincuenta justos en la ciudad, perdonaré a todo el lugar por amor a ellos. (…) 32 Ruégote, insistió (Abraham); no se irrite el Señor si yo hablare una sola vez más: Quizá se encuentren allí (en Sodoma) diez (justos, diez hombres que no pequen). (Si es así) “No la destruiré por amor a esos diez”, contestó Él (Dios). Pero no era así, no había allí dentro ni siquiera diez: (Cap. 19) 13 (Los ángeles dijeron) Vamos a destruir este lugar (esta ciudad), porque se ha hecho grande su clamor delante de Dios y Dios nos ha enviado a exterminarla. (…) 24 Entonces Dios hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego que venía de Dios, desde el Cielo. 25 Y destruyó aquellas ciudades y toda la Vega, con todos los habitantes de las ciudades, hasta las plantas del suelo.
El segundo grupo:
Castigos, hechos en esta vida, a personas, por su mal obrar. Podría haber muchos ejemplos, tal vez alguno de nosotros ha experimentado algo así en sí mismo.
Veamos el caso de Herodes Agripa I, nieto de Herodes I (el asesino de los Santos Inocentes), y sobrino de Herodes Antipas (el que se burló de Nuestro Señor, el viernes de la Pasión). Luego veamos el caso del hereje Arrio (en el Siglo IV). Dejaremos para otro año el caso del Rey Antíoco (I Macabeos cap 6,1ss y II Macabeos cap 9,1ss).
Herodes Agripa:
(Hechos de los Apóstoles, cap 12,20ss) “20 Estaba (Herodes) irritado con los tiros y los sidonios; mas ellos de común acuerdo se le presentaron… (y) pidieron la paz, pues su país era alimentado por el del rey (Herodes). 21 En el día determinado, Herodes, vestido de traje real y sentado en el trono, les pronunció un discurso. 22 Y el pueblo clamaba: Ésta es la voz de un dios y no de un hombre. 23 Al mismo instante lo hirió un ángel del Señor por no haber dado a Dios la gloria; y roído de gusanos expiró”.
De Judas, el Iscariote, sabemos que reventó por medio arrojando las entrañas (cfr el relato del Evangelio), pero esto fue después de muerto. El caso del hereje Arrio, del cual ya hablamos, es igual o más aleccionador, pues esto mismo le ocurrió estando en vida y así murió.
Arrio decía que “Cristo no es Dios”. Nos hace acordar a Francisco, quien más de una vez ha insinuado que “Cristo no es Dios”.
Escuchemos el relato que hace, de lo ocurrido a Arrio, ese hermoso libro litúrgico, el Martirologio Romano, para los días 15 de julio y 28 de agosto. Les exhortamos muy vivamente a que tengan esta joya del Catolicismo, el libro del Martirologio:
“Día 15 de julio… En Nísibe de Mesopotamia, el triunfo de Santiago, obispo de aquella ciudad, varón santísimo, esclarecido en milagros y en doctrina, en la persecución de Galerio Maximiano. Fue uno de los confesores que en el Concilio de Nicea condenaron la impiedad de Arrio, oponiéndole la palabra Homo-úsion. Por sus oraciones y las del santo obispo Alejandro, el mismo Arrio recibió en Constantinopla el castigo que merecía su iniquidad, echando fuera las entrañas”. “Día 28 de agosto… En Constantinopla, San Alejandro obispo, glorioso anciano, por cuya oración, Arrio, condenado en el juicio divino, reventó por medio y arrojó las entrañas”.
(Conclusión)
Nos vuelve a quedar en el tintero otro de los temas de esta Epístola. Nos referimos a las tentaciones que tenemos que padecer y la promesa de Dios de que esas tentaciones nunca serán más allá de lo que nosotros podemos soportar.
Hacemos una insistencia “de actualidad” para nosotros los católicos:
Estas cosas ocurridas han sido dadas para nuestra instrucción. San Pablo: (11) Todas estas cosas sucedieron a ellos en figura, y fueron escritas para nuestra CORRECCIÓN… Aprendamos entonces de estas lecciones.
Dios nos ama, nos tiene ofrecido el Cielo, por pura gracia, “si somos sus hijitos fieles”.
Mas el mal uso de nuestra libertad, el cometer pecados, no quedará – ¡y no puede quedar! – impune. Con la gracia de Dios y nuestra libertad nos salvaremos. O con la libertad mal usada nos condenaremos.
Terminamos con un tesoro de nuestra hermosa y amada Madre Patria, España, otrora tan católica (ayer fue la fiesta de Santiago el Mayor, Patrono de LAS ESPAÑAS, como Hispanoamérica, nuestras Patrias); es un fragmento de una poesía “PARA DESPERTAR” y salirse del pecado. Se llama:

AVE MARÍA PURÍSIMA.