3er Domingo de Cuaresma 2019

Los pecados, la conversión, la Salvación.

(Domingo 24 de marzo de 2019) P. Altamira.

(Introducción)

Queridos hijos:
Ya entrada la Cuaresma, queríamos valernos de tantos textos de la Sagrada Escritura que se utilizan en las diferentes Misas de este tiempo, textos escogidos por el Espíritu Santo para la Santa Liturgia Católica. Estas semanas, ha habido algunos realmente muy hermosos, llenos de contenido espiritual, que incluso sirven como advertencia para cualquiera de nosotros. Veamos entonces algunos fragmentos que hemos escogido, y tratemos de sacar alguna enseñanza.

(Cuerpo)

Para comenzar, tomemos uno que fue leído unos 10 días atrás, Viernes de las Témporas de Cuaresma, en su Epístola. Allí se nos advierte a cualquiera de nosotros que “nadie tiene el Cielo asegurado”, y que cualquiera de nosotros se puede condenar.
-“No, pero yo voy a Misa Tridentina en latín, y yo no estoy con la falsa Iglesia Moderna”. Respondemos: “Pues bien por ello, es el punto de partida; pero eso no es un certificado de nada, y a ti Dios te va a exigir más que a los demás porque se te ha dado más, porque has tenido luz; si tú no cumples con Dios, si cualquiera de nosotros no cumple con Dios y no obra como Dios espera de nosotros, si estamos pecado mortal en nuestra muerte, tendremos la condenación del Infierno para toda la Eternidad”.

Veamos el texto mencionado, el cual va totalmente en este sentido (y otras enseñanzas). Es el Capítulo 18 del Profeta Ezequiel (18,20-25):
-“20 Anima quæ peccaverit, ipsa morietur : filius non portabit iniquitatem patris, et pater non portabit iniquitatem filii : justitia justi super eum erit, et impíetas impii erit super eum:
El alma que pecare [la persona que haga un pecado, un pecado mortal], ésa misma morirá [tendrá la Condenación Eterna]: El hijo no portará la iniquidad [el pecado] del padre, y el padre no llevará la iniquidad [el pecado] del hijo”. «Los pecados son del dueño», los pecados no se traspasan. Fíjense que en la falsa Iglesia Moderna es común que se hable de “los pecados intergeneracionales”, porque por revelaciones, apariciones, mensajes dados por algún “instrumento”, etc, etc, algunos piensan que cargan con los pecados de los parientes, y creo que alguna vez ciertas personas me preguntaron si debían confesarse ellos por los pecados cometidos por sus abuelos o sus antepasados: “No, señor; los pecados son del dueño, y no se traspasan”. Vean lo que dice este texto de la Sagrada Escritura: El hijo no portará los pecados del padre, ni el padre portará los pecados del hijo; el alma que pecare, ésa morirá, ésa será condenada.

-Ahora viene la enseñanza más a propósito sobre lo que decíamos al comienzo: Nadie tiene el Cielo asegurado, cada uno debe obrar su Salvación. El pecador se puede salvar, si cambia. El “justo” (que es sinónimo de santo, o al menos de persona que está en gracia) se puede condenar, si abandona a Dios, si abandona el buen camino y termina pecando mortalmente, y muere en su pecado.

a) Comencemos por la enseñanza de la conversión del pecador. “21 Si autem impius egerit poenitentiam ab omnibus peccatis suis quæ operatus est, et custodierit omnia præcepta mea, et fecerit judicium et justitiam, vita vivet, et non morietur: Si el impío [el pecador] hiciera penitencia [se arrepintiera] de todos sus pecados que cometió, y cumpliera todos mis Mandamientos, e hiciera juicio y justicia [santidad], vivirá con vida [ciertamente vivirá, ciertamente se salvará], y no morirá [y no se condenará]. 22 Omnium iniquitatum ejus quas operatus est, non recordabor: De todas las iniquidades de él [de todos los pecados de él], las cuales –iniquidades- obró, no me acordaré: in justitia sua quam operatus est, vivet: por su justicia [por su santidad, por las obras santas] que obró [después de su conversión], vivirá [se salvará]. 23 Numquid voluntatis meæ est mors impii, dicit Dominus Deus, et non ut convertatur a viis suis, et vivat ?: ¿Acaso de mi voluntad es la muerte del impío [la condenación del pecador], y no que se convierta de sus caminos [que se convierta de su mala vida, de sus pecados], y que viva [y que se salve]?

b) De nuevo: “No, padre; pero como yo voy a Misa en latín, y yo no estoy con la Iglesia Moderna, yo ya estoy salvado”: Cuidado, mucho cuidado; escuchemos la Sagrada Escritura sobre la persona que “estaba bien” (el justo), y abandonó sus buenos caminos después, y cómo terminó: “24 Si autem averterit se justus a justitia sua, et fecerit iniquitatem secundum omnes abominationes quas operari solet impius, numquid vivet? Omnes justitiæ ejus quas fécerat, non recordabuntur: in prævaricatione qua prævaricatus est, et in peccato suo quod peccavit, in ipsis morietur: Si el justo se apartara de su justicia [otra vez: en la Biblia, “justo” es sinónimo de santo, y “justicia” es sinónimo de santidad; por lo cual la enseñanza es mucho más fuerte aun y dice así: “Si el santo se apartare de su santidad”, y en menor grado: “Si el que está en estado de gracia, se apartare de la gracia, se apartare de su buen camino”], e hiciera iniquidad [pecados] según todas las abominaciones que suele hacer el impío [el pecador], ¿acaso [el santo, el que estaba en gracia] vivirá [acaso se salvará]? [Respuesta de la Biblia:] [En ese caso:] Todas las justicias [todas las obras buenas, santas] de él, las cuales él había hecho, no serán recordadas: en la prevaricación con que prevaricó y en su pecado [mortal] que pecó, en esas mismas cosas morirá [se condenará eternamente al Infierno]”.

-Y ahora viene una excusa muy fea, muy falsa, pero muy común: Muchos dicen “Dios es injusto, pues por qué Él permite que yo sufra con esto o con aquello”. ¿Dios es injusto? Dios es tan bueno y tan justo que nos soporta y nos da “cientos” de posibilidades de llegar al Cielo, a pesar de lo que somos.
a) Si Dios no nos soportara (esperarnos) para ver si “el caballero” se decide a dejar de pecar y convertirse, todos nosotros (todos) no nos estaríamos escuchando en este momento, sino que estaríamos ardiendo en el Infierno para siempre.
b) Pero cualquiera de nosotros es capaz de hacer la peor “chanchada”, la peor barbaridad, y dos minutos después somos otra vez –a nuestros propios ojos- la cosa más hermosa del universo: Amor propio y orgullo (soberbia) a prueba de balas.
c) Un solo pecado, el más “leve” (venial) que sea, en vistas a la majestad de Dios, que ofendemos con él, merece los peores castigos en esta y en la otra vida: ¡un simple pecado venial! (todo pecado es algo contra Dios). Y si alguno de nosotros ya no le ha cometido pecados leves sino pecados “graves” (pecados mortales), ¿qué castigos –piensen- merecerá que le ocurran en esta vida y sobre todo en la otra vida? “Ah no, pero el injusto es Dios, y no yo que hago esas cosas, esas chanchadas”. Cuidado con razonar así, cuidado con los que razonan así: eso muestra –como decíamos- una soberbia a prueba de balas.
d) Pero escuchemos estos mismos conceptos en la Sagrada Escritura: “25 Et dixistis: Non est æqua via Domini! Audite ergo, domus Israel: Numquid via mea non est æqua, et non magis viæ vestræ pravæ sunt?: Y vosotros decís: No es justo el camino del Señor [“Dios no es justo”]. Ahora bien, escuchad, Casa de Israel [escuchad pecador, pecador tonto y engreído]: ¿Acaso mi camino no es justo, y no más bien vuestros caminos son los depravados (“pravae”)?”. Decíamos: Nosotros somos capaces de las peores “chanchadas”, ¡pero el injusto es Dios!: es insoportable escuchar algo así, somos insoportables. Demos realmente gracias a Dios de que Él sea tan bueno, tan paciente, y tan “soportador” de estos microbiosnosotros– tan maleducados y tan irrespetuosos ante la Suma Majestad de Dios; demos gracias de que Él nos siga dando “tiempo” y nos siga dando “vida” –a pesar de que seamos así-, y nos siga dando oportunidades para la Salvación.
-Hijos: ¡Cambiar; cambiar! ¡Y dejar de pecar! De una vez por todas: ¡Dejar de pecar!1

1 El texto de esa Misa, de esa Epístola, capítulo 18 de Ezequiel, continuaba así: “26 Cum enim averterit se justus a justitia sua, et fecerit iniquitatem, morietur in eis : in injustitia quam operatus est morietur: Cuando el justo [“el santo”, “el que está en estado de gracia”] se apartare de su justicia [se apartare de su santidad, de su estado de gracia], e hiciera iniquidad [e hiciera pecado, pecado mortal], en esas cosas morirá [se condenará]: en la injusticia que obró [en el pecado mortal que obró] morirá”. -Al revés, si el pecador se convierte… “27 Et cum averterit se impius ab impietate sua quam operatus est, et fecerit judicium et justitiam, ipse animam suam vivificabit: Y cuando el impío [el pecador] se alejare de su impiedad [de su pecado] que obró, e hiciere juicio y justicia [santidad obras buenas], él mismo [ese antiguo pecador] VIVIFICARÁ SU ALMA [RECUPERARÁ EL ESTADO DE GRACIA]: 28 considerans enim, et avertens se ab omnibus iniquitatibus suis quas operatus est, vita vivet, et non morietur: considerando y apartándose de todas sus iniquidades que obró [considerando todas las iniquidades, considerando todos los pecados que cometió: eso es similar a la Confesión, pues para confesarse es necesario “considerar” todos los pecados que se han cometido; y después agrega –obviamente- apartándose de ellos: lo cual nuevamente es similar a la Confesión, pues para que ésta “valga” es necesario apartarse de los pecados: i.e. arrepentirse de ellos y tener el propósito de enmienda; pues bien, el antiguo pecador, haciendo todo lo anterior:], ¡con vida, vivirá! [ciertamente vivirá, recobrará la gracia, se salvará), y no morirá [no se condenará al Infierno, logrará llegar al Cielo, su Salvación]”.

La Santa Iglesia Católica, en su Sabiduría de Dios, nos enseña que por haber tenido el pecado original, los seres humanos sentimos en nuestro interior un sin fin de malos impulsos y de malas tendencias. Eso es el llamado “fomes” o “fomes peccati”. Y también la Santa Iglesia Católica, en su Sabiduría –otra vez- de Dios, nos enseña que de todas las malas tendencias o impulsos, el de los desórdenes sexuales o impureza y lujuria (tentaciones) es el más fuerte y el que más se siente. San Alfonso María de Ligorio dice que el pecado que más almas lleva al Infierno es el pecado de impureza, y que el que se va por otro pecado, también tiene pecados de impureza.
Por eso es la Iglesia Católica, a lo largo del Año Litúrgico, insiste en tantos domingos sobre este tipo de pecados. Y ya que estamos en Cuaresma, y ya que deseamos ilustrar lo que estamos diciendo con fragmentos de las Misas, el Domingo Segundo dice (entre otras cosas):
-(Epístola de ese Domingo: I Tesalonicenses 4, 1-7) “1 (…) fratres, rogamus vos et obsecramus in Domino Jesu, ut quemadmodum accepistis a nobis quomodo oporteat vos ambulare, et placere Deo, sic et ambuletis ut abundetis magis: Hermanos, rogamos a vosotros y os obsecramos (suplicamos) en Jesús Nuestro Señor, que así como habéis recibido de nosotros de qué manera debéis comportaros y agradar a Dios, así os comportéis para que abundéis más [en la gracia de Dios, crecer en la gracia santificante]. 2 Scitis enim quæ præcepta dederim vobis per Dominum Jesum: Pues sabéis qué preceptos os he dado por Nuestro Señor Jesucristo. 3Hæc est enim voluntas Dei, sanctificatio vestra: ÉSTA ES LA VOLUNTAD DE DIOS, VUESTRA SANTIFICACIÓN». Y
aquí empieza una enumeración de cosas, de pecados contra la pureza –lujuria- que Dios quiere por supuesto que evitemos; y dice así:

1er Pecado: “3 cont. ut abstineatis vos a fornicatione: [La Voluntad de Dios es:] Que os abstengáis de la fornicación [que os abstengáis de las relaciones sexuales antes del Matrimonio, que seáis castos, puros, que lleguéis vírgenes –tanto la mujer como el hombre- hasta el Matrimonio, que no haya relaciones íntimas entre novios antes del Matrimonio, sino noviazgos puros y castos, noviazgos católicos)”.

-2º Pecado: “4 ut sciat unusquisque vestrum vas suum possidere in sanctificatione, et honore: [La Voluntad de Dios es:] Que sepa cada uno de vosotros poseer su propio cuerpo (vas suum) en santificación y en honor”. Es decir: que poseamos nuestros propios cuerpos en santidad, que usemos de nuestros cuerpos como Dios desea, con mucha pureza y castidad, y no para hacer pecados de impureza con nuestro cuerpo, el pecado de impureza solo con el propio cuerpo (a buen entendedor, pocas palabras).
Y aquí hay un «bis» dentro del 2º Pecado: “5 non in passione desiderii, sicut et gentes, quæ ignorant Deum: [Usar y poseer nuestros propios cuerpos en santidad, usar el cuerpo santamente y:] no [usar el cuerpo] con la pasión del deseo [no usar el cuerpo con la lujuria, la lujuria del pecado solitario], como los paganos, los cuales no conocen a Dios [como las personas que están en las religiones falsas: la palabra latina “gentes” también admite este significado de “pagano”]”. Nosotros somos hijos de Dios, los católicos –por el Santo Bautismo- somos hijos de Dios, tenemos que hacer honor a la santidad y pureza que eso significa, y no estar “revolcados” en las pasiones, “revolcados” en la lujuria. -En el tema de poseer santamente el cuerpo está también la santidad matrimonial, porque cuando se casan “ya no son dos, sino una sola carne (un solo cuerpo)”, así son los dos esposos luego del Matrimonio. Por eso, hay una exhortación allí a la vida matrimonial como hijos de Dios, no como los paganos que no conocen a Dios. Nada, entonces, de hacer cosas contra un Matrimonio santo en su intimidad, nada de anticoncepción-planificación sino la Familia Numerosa, nada contra la santidad matrimonial, etc.

3er Pecado: “6 et ne quis supergrediatur, neque circumveniat in negotio fratrem suum : quoniam vindex est Dominus de his omnibus, sicut prædiximus vobis, et testificati sumus: Y que nadie, en este tema [de la lujuria] perjudique –pasar por encima– ni engañe a su hermano [se refiere a traicionar al hermano o al prójimo por el adulterio: gravísimo], porque el Señor es vengador [castiga] por todas estas cosas, como ya os lo he predije y nosotros somos testigos”. Se ve que en esa época y en ese momento, cuando San Pablo estaba allí en Tesalónica, habían llegado unos castigos evidentes a algunos que habían hecho adulterio.

-Y la frase final de esa Epístola respecto a todos esos pecados de impureza, de lujuria, de desórdenes sexuales, es un llamado a exactamente lo contrario:
Es la pureza, es la castidad, es la virginidad hasta el Matrimonio. Así concluye esa Epístola: “7 Non enim vocavit nos Deus IN IMMUNDITIAM , SED IN SANCTIFICATIONEM: PUES DIOS NO NOS HA LLAMADO A LA INMUNDICIA SINO A LA SANTIDAD”. La palabra “inmundicia” en latín, usada en sentido lato significa cualquier pecado de los desórdenes sexuales, la lujuria en general (será tal vez que se usa esa palabras porque los pecados de lujuria, sea en general sea en particular, son una inmundicia). Entonces la frase queda así: NO NOS HA LLAMADO DIOS A LOS PECADOS DE LUJURIA SINO A LA SANTIDAD. Por otro lado, en sentido restringido, se suele emplear la palabra inmundicia para los pecados de impureza solo con el propio cuerpo. Pero aquí está usado en sentido lato: “No nos ha llamado Dios a los desórdenes sexuales, sino a la santidad”.

Si alguno logra salirse de estas esclavitudes, ¡y son las peores esclavitudes!, a través de la Confesión, a través del estado de gracia, pero luego –olvidando su buen estado y la gracia de Dios– vuelve a estos mismos pecados (u otros graves): El nuevo estado de esa persona suele ser mucho peor que el primero. Y esto es parte del Evangelio de hoy (San Lucas, cap. 11):
«24 Cum immundus spiritus exierit de homine: Cuando un espíritu inmundo [puede ser entonces un espíritu de los pecados impureza, un espíritu que “sugiere, fomenta” que se hagan esos pecados; cuando un espíritu así:] ha salido de un hombre [por ejemplo: porque esa persona se confesó], ámbulat per loca inaquosa, quærens réquiem: [cuando sale] deambula por lugares áridos buscando reposo: et non inveniens dicit : revertar in domum meam unde exivi: y no encontrándolo se dice: volveré a mi casa de donde salí [a esa alma que antes estaba en pecado mortal; y si esa persona le vuelve a dar cabida regresando a sus pecados:]… 26 tunc vadit, et assumit septem alios spiritus secum, nequiores se, et ingressi habitant ibi. Et fiunt novissima hominis illius pejora prioribus: entonces va [ese espíritu] y toma otros siete espíritus consigo, peores que él, e ingresados –entrando- habitan allí [habitan en esa alma]. Y el último estado de ese hombre se vuelve peor que el primero”.

(Conclusión)

Terminamos: Una de las mejores obras de Cuaresma es ESTAR EN ESTADO DE GRACIA, LA CONFESIÓN, RECUPERAR LA GRACIA Y NO VOLVER A PECAR MORTALMENTE. Esto es otra invitación más en Cuaresma. Y así concluimos nuevamente con el Profeta Ezequiel (cap. 18):
“30 in medio Convertimini, et agite poenitentiam ab omnibus iniquitatibus vestris: Convertíos, y haced penitencia –confesaos- de todas vuestras iniquidades –de todos vuestros pecados-, et non erit vobis in ruinam iniquitas: y la iniquidad –el pecado- no os producirá la condenación –la ruina-. 31 Projícite a vobis omnes prævaricationes vestras: Arrojad de vosotros –quitad- todas vuestras prevaricaciones –arrojad todos vuestros pecados-…
ET FACITE VOBIS COR NOVUM, ET SPIRITUM NOVUM: Y HACEOS UN CORAZÓN NUEVO Y UN ESPÍRITU NUEVO… 32 (…) Dicit Dominus Deus: Dice Dios el Señor: REVERTÍMINI ET VÍVITE: CONVERTÍOS Y VIVID –SALVAOS-.

AVE MARÍA PURÍSIMA.