1er Domingo de Cuaresma 2019

La Cuaresma es tiempo penitencial.

(Domingo 10 de marzo de 2019) P. Pío Vázquez.

(Introducción)

Queridos fieles:
Con el Miércoles de Ceniza, que tuvo lugar la semana pasada, inició la Cuaresma. La Cuaresma es tiempo penitencial —de allí el color morado y la ausencia de flores sobre el altar—; tiempo que debe caracterizarse especialmente por tres cosas distintas: oración, penitencia y limosna. Estas cosas deben ser practicadas durante todo el año por cualquier católico, pero más especialmente en el tiempo cuaresmal, para poder así disponernos y prepararnos para la Semana Santa y Pascua.

(Cuerpo 1: Oración)

En primer lugar, en la Cuaresma, nuestra vida de oración debe ser intensificada, debemos aumentar la oración que hacemos, o corregirnos si acaso en este punto solemos fallar, haciendo nada —o casi nada— de oración. No olvidemos que la oración es un elemento importantísimo que no puede faltar en nuestras vidas y de la cual depende, en última instancia, nuestra salvación. San Alfonso María de Ligorio llegó a afirmar: “El que ora se salva, el que no ora se condena”. Y esto es así porque, por medio de la oración, Dios nos da los auxilios y gracias que necesitamos para luchar, por un lado, contra nuestra naturaleza caída, contra el pecado y para practicar, por el otro, el bien, hacer buenas obras y, lo más importante de todo, para perseverar, pues sin oración es imposible perseverar, alcanzar la gracia de la perseverancia. La oración es por tanto importantísima, ella no puede faltar en la vida de ningún buen católico.

Entonces, ¿qué oración u oraciones hacer por la Cuaresma?
1) En primer lugar, está la Santa Misa. El Santo Sacrificio de la Misa es la oración más poderosa —y perfecta— que tenemos los católicos. Por tanto, una excelente obra cuaresmal es venir a Misa no solamente todos los domingos, sino hacer el esfuerzo (el sacrificio, como ya explicaremos) de venir también algún día o días entre semana.

2) En segundo lugar, tenemos el Santo Rosario. El Santo Rosario después de la Santa Misa es la oración más poderosa que tenemos. Y así quienes por desgracia no tienen la costumbre de rezar el Santo Rosario todos los días, pueden —y deberían— rezarlo todos los días durante la Cuaresma, con la intención de adquirir esa costumbre y mantenerla después durante todo el año, durante toda la vida: rezar el Santo Rosario siempre, todos los días de la vida. Y quienes ya tienen la excelente costumbre de hacerlo, pueden añadir uno o hasta dos más por la Cuaresma.

3) En tercer lugar, tenemos la oración mental, también llamada, meditación. De manera que por esta Cuaresma podríamos añadir la meditación diaria a nuestras oraciones, esto es, la consideración y reflexión de las verdades de la Fe, o sobre nuestra vida en su relación con Dios (¿cómo vivo, cómo obro?, ¿voy por buen o mal camino?), para lo cual se requieren por lo menos unos 30 minutos más o menos.

4) En cuarto lugar, podríamos ubicar las oraciones de la mañana y de la noche. Práctica tan sencilla y breve, como poco realizada:¡Cuántos no se levantan y se van a dormir sin haberse encomendado a Dios, sin haber implorado su auxilio para el día que comienza o sin haberle dado gracias por los favores recibidos en aquel día!

5) En quinto lugar, el examen de conciencia diario. Práctica muy recomendada por la totalidad de los autores espirituales, utilísima para poder ver nuestras faltas y pecados, de manera que nos apliquemos seriamente a la enmienda de ellos; además de que ayuda mucho para hacer buenas y mejores confesiones.

Estos son tan sólo cinco ejemplos que hemos dado, que por supuesto no son exhaustivos, y de ellos cada cual puede elegir uno o más de uno, o alguna otra oración especial para realizar durante la Cuaresma.

(Cuerpo 2: Penitencia)

Pasemos ahora al segundo elemento —que decíamos al inicio— que debe relucir durante la Cuaresma, a saber: la penitencia, esto es, cualquier género de sacrificio. La penitencia o sacrificio debe constituir una parte esencial en la vida de todo católico, ella nos es necesaria para la salvación, “si no hacéis penitencia, pereceréis todos igualmente”1, dice Nuestro Señor. Y en verdad, si uno lo piensa bien, son muchos los bienes que trae consigo la penitencia. a) Pues, por medio de la penitencia y sacrificio, domamos nuestras pasiones, venciendo el pecado y nos purificamos de las manchas que ha dejado en nuestras almas. b) Por medio de la penitencia, nos hacemos conformes a la imagen de Dios Nuestro Señor Jesucristo, cuya vida consistió en un sinfín de privaciones y sacrificios, culminados con el augusto y supremo Sacrificio del Calvario. c) Por medio de la penitencia, aprendemos a apartar la mirada de esta efímera tierra para elevarla a las cosas eternas, esto es, nos ayuda a desapegarnos de los lazos que nos atan aquí abajo.

1 S. Lucas 13,3.

Por tanto, ¿qué obras penitenciales practicar durante la Cuaresma?
1) En primer lugar, venir a la Santa Misa. ¿Cómo? Sí, escucharon bien: venir a la Santa Misa. Porque hoy en día, debido a esta terrible Crisis y a la falsa religión moderna, asistir a Misa se ha vuelto en la mayoría de los casos una proeza a veces hasta heroica.
Pues los lugares donde se celebra la verdadera Misa —por supuesto, que lo dicho no se aplica a la “misa moderna”— son muy escasos y a veces bastante apartados, amén de lo monstruoso de estas grandes ciudades modernas, donde el tráfico, “el trancón”, se vuelve un martirio. En las circunstancias actuales asistir a la Santa Misa todos los domingos —ni se diga entresemana— se ha convertido en un verdadero sacrificio por el esfuerzo que implica: El tiempo invertido en ir a la Santa Misa, en volverse de allí a la casa —¡hay quienes se demoran de una hasta dos horas en ese trayecto, por los buses, por lo lejos!—; el cansancio que lo anterior implica, etc., constituyen un excelente sacrificio para ofrecer a Dios. Por tanto, ¿no saben qué sacrificio practicar durante la Cuaresma? Asistan a Misa no sólo los domingos, sino también entresemana una o más veces, combinando de esta manera la oración con el sacrificio.

2) En segundo lugar, levantarse más temprano, madrugar. Éste también es un excelente sacrificio que se puede practicar durante la Cuaresma por la privación de descanso que implica, y puede muy fácilmente combinarse con el primer elemento de la oración: ya sea con la Santa Misa, madrugando para venir a Misa de 6:30 de la mañana, o para comenzar el día rezando el Santo Rosario o haciendo oración mental.

3) En tercer lugar, practicar el ayuno y la abstinencia, obras penitenciales tan propias de la Cuaresma. No comiendo carne los viernes, y eligiendo algún día o días en que practicar el ayuno; por poner un ejemplo, ayunar todos los miércoles y no comer carne los viernes. Pero de alguna manera incluir esta obra durante la Cuaresma.

Hemos dado solamente tres ejemplos, pero hay, por supuesto, muchas más cosas en las cuales uno puede practicar la penitencia. Lo importante es que nos mortifiquemos; por lo cual podemos ofrecer a Dios todas aquellas cosas que nos aficionan y nos absorben mucho, como, por ejemplo, no utilizar redes sociales, a no ser que sea necesario; no ver nada de televisión; no perder tiempo jugando videojuegos (para los niños y adolescentes); no arreglarme tanto (para las jóvenes), etc.
Aclaramos que los domingos, por ser día del Señor y por tradición inmemorable, no se hace sacrificio.

(Cuerpo 3: Limosna)

En tercer lugar, durante la Cuaresma debemos practicar aun más la limosna. Y por limosna se entiende toda obra de misericordia, tanto espiritual como corporal. La limosna es un componente importante en la vida del católico; ella es un precepto de Cristo Nuestro Señor, que no podemos eludir indefinidamente sin incidir en algún pecado. Todos, en la medida de nuestras posibilidades, estamos obligados, por Caridad, a practicar la limosna, a ayudar a los necesitados, y esta obligación se vuelve más imperiosa en el tiempo cuaresmal.
Y, en este punto de la limosna, podemos una vez más insistir sobre la asistencia a la Santa Misa. ¿Cómo? Porque a lo anterior que recién decíamos de los sacrificios y privaciones que implica hoy día asistir a la Santa Misa, hay que agregar el gasto económico también: Los gastos en el bus (o buses), del taxi; del peaje para los que vienen de lejos; el gasto en el combustible para los que tienen auto; gastos todos que incrementan cuando son familias enteras las que vienen, mayores aun si se asiste viarias veces entresemana, etc. Pues bien, todos esos gastos invertidos para poder asistir a la Santa Misa son limosna para Dios, que uno hace por Dios y para Dios, y esto ante Dios vale mucho.

En este punto de la limosna, además de la ayuda material o corporal, hemos de practicar la limosna espiritual, esto es, las obras de misericordia espirituales. Lo cual es muy consolador para aquellos que tal vez no se encuentran en óptimas condiciones para poder ayudar materialmente al prójimo; ellos siempre pueden practicar las obras de misericordia espirituales —que, de hecho, son más importantes que las corporales—: corregir al que yerra, orar por vivos y difuntos, consolar al triste, enseñar al que no sabe, etc.

(Conclusión)

Por tanto, queridos fieles, pongamos manos a la obra y practiquemos durante este tiempo penitencial las obras cuaresmales: oración, penitencia y limosna. La Cuaresma, como decíamos al inicio, comenzó el pasado miércoles de Ceniza. Si no hemos decidido todavía qué obras practicar, hagámoslo de una vez; todavía estamos a tiempo, pues es Primer Domingo de Cuaresma.
Y, para concluir, simplemente deseamos exhortarlos a que mediten lo que decíamos de la Santa Misa, cómo es oración excelente, el sacrificio que implica, los gastos, etc., pues la asistencia a ella es una excelente opción para la Cuaresma, que les recomendamos muchísimo como obra cuaresmal.

Quiera Dios, por medio de María Santísima, concedernos la gracia de tener una muy Santa Cuaresma.

Ave María Purísima. Padre Pío Vázquez.