Dedicación de San Miguel Arcángel.
(Domingo 29 de septiembre de 2019) P. Pío Vázquez.
(Introducción)
Queridos fieles:
Nos hallamos hoy en la Fiesta de San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia Celestial, por lo cual nuestro deseo es hacer referencia a los lugares de la Sagrada Escritura en los cuales aparece San Miguel, y decir unas palabras sobre la importancia de su devoción en estos tiempos.
Antes que nada, veamos cuál es el significado de su nombre. Miguel —en hebreo “Mi-ka-El”—, significa: “¿Quién como Dios?”; éste, en efecto, fue el grito de batalla que lanzó San Miguel contra Lucifer y los que se le unieron, en ese misterioso momento en que ocurrió la rebelión de los ángeles, según nos lo refiere la Tradición. Asimismo, es de notar que San Miguel es el único que recibe en la Sagrada Escritura el título de “arcángel”1, título que deja ver su preeminencia sobre los demás espíritus celestiales.
(Cuerpo 1: San Miguel en la Sagrada Escritura)
Antes de ver los pasajes donde aparece San Miguel en la Sagrada Escritura, aclaremos que ésta, aparte de San Miguel, únicamente revela los nombres de otros dos ángeles, a saber: San Rafael y San Gabriel. Por lo cual, no deben invocarse otros “ángeles” bajo otros nombres, como Uriel, Raguel, etc., pues de los únicos que tenemos certeza son los tres que decimos; con otros nombres diferentes podríamos invocar espíritus de otro género… esto es, ángeles caídos.
Pasando ahora a los lugares de la Sagrada Escritura en los cuales aparece San Miguel, resulta que son tres, a saber, el libro del profeta Daniel, la Epístola de San Judas Apóstol y el libro del Apocalipsis.
1) Primeramente, vemos aparecer al Arcángel San Miguel en el libro del Profeta Daniel. Allí un ángel, hablando con Daniel, le dice:
“no hay nadie que me ayude contra ellos [se refiere al príncipe de Persia y al príncipe de Grecia], sino Miguel vuestro Príncipe”; y un poco más adelante le dice: “En aquel tiempo se alzará Miguel, el gran príncipe y defensor de los hijos de tu pueblo”2. De estas últimas palabras “el gran príncipe y defensor de los hijos de tu pueblo” se infiere que San Miguel es el ángel custodio del pueblo de Israel, por quien particularmente ruega para que sea retirado de su rostro el velo que les impide aceptar a Dios Nuestro Señor Jesucristo.
2) El segundo lugar donde aparece San Miguel es en la Epístola del Apóstol San Judas. En ella se narra un hecho interesante y podríamos decir misterioso, por ser el único lugar de la Sagrada Escritura donde se hace referencia a ello. Nos referimos a un altercado que hubo entre San Miguel y Satanás por el cuerpo de Moisés, una vez que hubo éste muerto. El pasaje en cuestión dice así: “el mismo Arcángel Miguel, cuando en litigio con el diablo le disputaba el cuerpo de Moisés, no se atrevió a lanzar contra él sentencia de maldición, sino que le dijo solamente: ‘Reprímate el Señor’”3. Respecto a la muerte de Moisés leemos en el Deuteronomio lo siguiente: “Allí murió Moisés, siervo de Yahvé, en el país de Moab, según había dispuesto Yahvé. Y Él lo enterró en un valle en el país de Moab, frente a Bet-Fegor; nadie hasta hoy ha sabido su sepulcro”4. Como vemos el pasaje dice que Dios mismo (!) enterró a Moisés, por lo cual podemos conjeturar, a partir de ambos textos, que Dios, por medio del Arcángel San Miguel, dio sepultura a su siervo Moisés. Qué haya querido hacer el demonio con el cuerpo de Moisés o en qué haya consistido ese altercado, nos enteraremos el día del juicio, pues queda en el misterio.
3) El tercer lugar donde encontramos a San Miguel en la Escritura es en el Apocalipsis de San Juan, último libro de la Sagrada Escritura. Allí se nos relata una batalla entre San Miguel y sus huestes y el diablo y los suyos: “Y se hizo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón; y peleaban el dragón y sus ángeles, mas no prevalecieron…”5. Este pasaje no hace referencia a la batalla que hubo en los inicios de la creación cuando ocurrió la rebelión de los ángeles, sino que se refiere a una batalla futura en los últimos tiempos, pues San Miguel será crucial en la batalla final contra el diablo.
(Cuerpo 2: Tiempos actuales)
Pasemos ahora a considerar la importancia de la devoción a San Miguel en los tiempos actuales. Ésta se desprende de la realidad que nos toca vivir hoy día, a saber, un mundo que se halla bajo el influjo del Maligno, o —podríamos decir— prácticamente bajo su dominio. Para percibir esta influencia demoníaca en el mundo moderno, basta simplemente mirar las naciones y sociedades contemporáneas, pues en ellas encontramos multitud de rasgos que podemos llamar diabólicos:
1) En primer lugar está la apostasía actual que es el pecado por excelencia de Lucifer, el cual es un apóstata, pues apostató de Dios al haberse rebelado contra él. Ahora bien, las sociedades y naciones modernas, antaño católicas, participan de este pecado de la apostasía, pues ellas se rebelaron contra Dios al desterrarlo de sus constituciones y al quitar la confesionalidad católica de las mismas, esto es, se negaron a reconocer y dar culto al Dios verdadero en cuanto sociedades o, lo que es lo mismo, como Lucifer gritaron “non serviam”, “no serviré”. Dicho sea de paso, esto ocurrió gracias al liberalismo tantas veces condenado por la Iglesia.
1 San Judas v. 9.
2 Daniel 10,21 y 12,1.
3 San Judas v. 9.
4 Deuteronomio 34, 5-6.
5 Apocalipsis 12, 7-8.
2) En segundo lugar está la mentira, la cual es propia del diablo: “es mentiroso y padre de la mentira”6, nos dijo Nuestro Señor de él. Ahora bien, el mundo moderno nos atiborra de legión de mentiras y falsedades, entre otras: a) el mito de la evolución, para negar así la existencia de Dios y la realidad de la creación, con todo lo que ello implica; b) el engaño de la democracia moderna, con su falsa soberanía popular como fundamento; c) las falsedades y mentiras respecto a los desviaciones sexuales: “hacer cosas impuras es bueno para la salud”, nos dice el mundo moderno; “la homosexualidad está muy bien, es algo natural (!)”, “es un hombre encerrado en un cuerpo de mujer (!)”; d) las mentiras respecto a la historia: “la edad media fue un retroceso de la humanidad”, “la inquisición fue lo peor, una carnicería”, “España vino a robar, matar y violar a estas tierras”, y cosas por el estilo.
3) En tercer lugar, podríamos colocar el pecado gravísimo del homicidio, singularmente diabólico también. En efecto, Nuestro Señor refiriéndose al diablo dijo: “Él fue homicida desde el principio”7 ; y, en efecto, por obra suya Caín mató su hermano Abel, primer homicidio de la humanidad. Y por su influencia malvada hoy día, tal vez más que nunca, —y cuando más se habla de “paz”, qué ironía— vemos muchísimos homicidios y asesinatos dolosos; las sociedades modernas se han vuelto en extremo inseguras. Por dar simplemente un ejemplo, en México, mi país, desde enero hasta agosto de este año se han registrado 23,724 8 homicidios dolosos (!); ¡si la cosa sigue así será el año con mayor número de homicidios registrados en la historia de México! ¡Es una barbaridad!
Y aquí debemos agregar una especie de homicidio que hoy, en el mundo entero, se da por montones, en proporciones espantosas, y que es mucho más grave, pues se perpetra contra los más inocentes e indefensos: nos referimos al crimen del aborto. ¿Se puede concebir algo más diabólico que el que una madre acabe con la vida de su propio hijo? Además, se agrega el agravante de que, no sólo se priva al niño de la vida natural, sino también de la vida sobrenatural, pues al ser asesinado en el vientre materno, no puede recibir el Bautismo, ni por tanto, podrá ingresar jamás al cielo… por lo cual vemos porque a Satanás le interesa tanto esto. Y, lo que es peor, los estados modernos tienen las manos manchadas de sangre, pues ellos propician estos asesinatos, avalándolos y facilitándolos. Qué cuenta tendrán que dar a Dios, por esas miles de vidas que se pierden con su complicidad. Y, como decíamos, este homicidio se realiza en proporciones gigantescas en las sociedades modernas: en España, por dar un ejemplo, solamente en 2017 hubo ¡94,123 abortos!9 ¡Dios mío!, qué castigos no merecerán nuestras sociedades, máxime cuando uno considera que el homicidio voluntario es un pecado que clama al cielo…
4) En cuarto lugar, podríamos colocar los masivos desórdenes sexuales de hoy día. Pecados de lujuria al por millón por doquier: relaciones entre novios o con quien sea; concubinato o “unión libre”; divorcio, adulterio; anticoncepción en el matrimonio —pecado gravísimo y abominable—; perversiones sexuales contra natura, lo cual es singularmente diabólico por la inversión que supone de las cosas; abuso de menores por todas partes; perversión de las juventudes y de la niñez con la llamada “educación sexual”, que es en realidad “perversión sexual”, y mil cosas más.
Y, como terrible agravante en todo esto, el fomento que hacen los estados modernos de la mayoría de estas cosas, de estos pecados, volviéndolos “derechos”; como el supuesto “matrimonio” homosexual, por ejemplo, y la adopción de niños por homosexuales (!).
Y tantas, tantas cosas más que podrían decirse, pero dejemos ahí por ahora, que con estos ejemplos basta para ilustrar cómo el mundo moderno se halla bajo las garras del Príncipe de las Tinieblas.
(Conclusión: Devoción a San Miguel Arcángel)
Y así debido a este poder de Lucifer sobre el mundo moderno, se sigue, como decíamos, la necesidad de la devoción a San Miguel Arcángel.
Ya que él, en el orden angélico, es el enemigo antagónico del demonio por antonomasia; pues mientras Satanás es el líder de las huestes infernales, San Miguel es lo es de los espíritus angelicales.
Por esto, el Papa León XIII hace iniciar un exorcismo que compuso con una oración a San Miguel Arcángel, en la cual se pide a éste que combata y venza al demonio. Asimismo, León XIII mandó rezar la oración a San Miguel Arcángel al final de todas las Misas, pues ella es una especie de exorcismo breve y acortado del largo que compuso.
Por tanto, queridos fieles, recurramos a San Miguel particularmente en este día, y no sólo este día sino a diario. Recemos todos los días la oración a San Miguel Arcángel, que como decíamos, es un pequeño exorcismo; recémosla con Fe para que el nos proteja a nosotros y a nuestras familias, para el demonio no logre tomar dominio de nosotros, por medio de la mentira y del pecado, como lo ha hecho con prácticamente todo el mundo.
Acudamos, asimismo, a la Virgen María, para que ella, cuyo pie aplasta la cabeza de la serpiente, nos ampare en esta lucha contra el demonio.
Ave María Purísima. Padre Pío Vázquez.
6 S. Juan 8,44.
7 Ibídem.
8 https://www.animalpolitico.com/2019/09/homicidios-agosto-2019-record-violencia/
9http://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/embarazo/tablas_figuras.htm#Tabla%202