Fiesta de la Santísima Trinidad.
(Domingo 31 de mayo de 2015) P. Altamira.
(Introducción)
Queridos hijos:
Hoy es la Fiesta de la Santísima Trinidad, la Verdad sobre quién es Dios, dogma principalísimo de nuestra Santa Religión Católica.
Podemos decir que es el hecho y la realidad que nos separa y distingue de todas las religiones falsas.
Quería darles alguna enseñanza sobre aspectos o puntos relacionados con la Santísima Trinidad.
(Cuerpo)
La Verdad, el Dogma Católico, nos enseña que en Dios hay tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero es un solo Dios; cada una de las personas posee la misma esencia o naturaleza divina, que es una sola, que es numéricamente una.
Los términos esencia divina, naturaleza divina, sustancia divina, designan además, en Dios, el esse o ser divino común a las tres Personas de la Trinidad. Dios es “ipsum esse subsistens”, el mismo esse subsistente, ésta es la naturaleza o esencia de Dios.
Los términos personas, hipóstasis, indican los poseedores de esa naturaleza divina común.
(1.La Santísima Trinidad en el Antiguo Testamento)
En el Antiguo Testamento hay aluciones sobre la Santísima Trinidad, sobre las cuales los Santos Padres y otros han enseñado.
Muchos Santos Padres dicen que es una mención implícita, pero –si mal no recordamos- Santo Tomás hace una mayor insistencia en este punto. De cualquier manera, en el Antiguo Testamento, la mención de la Santísima Trinidad no está, en la letra, con la claridad que está en el Nuevo Testamento.
¿En dónde se ve la Santísima Trinidad en el Antiguo Testamento?
Por ejemplo en el Génesis, cuando Dios habla de sí mismo usando el plural: (Génesis 1,26) “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”.
Como imagen de la Trinidad, tenemos el hecho, con respecto a Abraham, de que se le aparecieron tres ángeles, a los cuales como a uno solo adoró: (Génesis 18,1ss) “1 Se le apareció Yahvé en el encinar de Mamré mientras estaba sentado a la entrada de la tienda, durante el calor del día. 2 Alzando los ojos miró, y he aquí que estaban parados delante de él tres varones. Tan pronto como los vio, corrió a su encuentro… y postrándose en tierra 3 dijo: “Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego no pases de largo junto a tu siervo…”. Dice Mons. Straubinger en el comentario: (nota al vers. 2) “Que los tres eran una aparición de Dios, se desprende del vers. 1 y de los versículos 3 y 13ss. La aparición bajo la figura de tres personas es, además, una manifestación de la Santísima Trinidad. Así explican la narración los Santos Padres: «Abraham a tres vio y a uno solo adoró» (San Agustín). Partiendo de este pasaje, representa la Iglesia Oriental a la Santísima Trinidad, preferentemente, como tres jóvenes de igual figura y aspecto”.
En las profecías mesiánicas en donde se habla de Dios y de su Hijo: (Ps 2,7) El Señor me dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy: Dominus dixit ad me: Filius meus es tú, ego hodie genui te”.
Sobre el Espíritu Santo cuando en los Salmos se habla del Espíritu de Dios: (Ps 142,10) “Doce me facere voluntatem tuam, quia Deus meus es tu. Spiritus tuus bonus deducet me in terram rectam: Enséname a hacer tu voluntad, porque mi Dios eres Tú. Tu Espíritu bueno me conducirá hacia la tierra correcta”. (Ps 50,13) 13 “Ne projicias me a facie tua, et spiritum sanctum tuum ne auferas a me: No me arrojes (Dios) de tu rostro, y tu Espíritu Santo no quites de mí”.
La invocación que se utiliza siempre para el Espíritu Santo, cuando rezamos en los Retiros, después del himno cuando cantamos el Veni Creator, etc, es del Salmo 103: (Ps 103,30) “Emittes spiritum tuum, et creabuntur, et renovabis faciem terræ: Envía tu Espíritu y serán creados, y renovarás la faz de la tierra”.
(2. La Santísima Trinidad en el Nuevo Testamento)
En el Nuevo Testamento tenemos nombrada a la Santísima Trinidad en forma expresa.
Ya en la Anunciación tenemos a las tres personas: (Lucas 1,35) “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo (Dios Padre) te cubrirá…, por esto el Hijo engendrado será santo, y será llamado Hijo de Dios”.
En San Mateo: (Mt 28,19) “Id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Siempre se ha enseñado aquí que la unidad de naturaleza (un solo Dios) está en el término en singular “in nómine”, “en el nombre” y no “en los nombres”. Y luego tenemos la mención explícita a las tres personas distintas, separadas cada una con la conjunción “y” (“et” en latín): “del Padre, Y del Hijo, Y del Espíritu Santo”.
El famoso “Comma Ioaneum” (del latín “comma-atis” (neutro): frase, miembro) : (I Jn 5,7) “Tres son los que dan testimonio en el Cielo: El Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres uno son”.
En San Juan sobre el Padre y el Hijo: (Jn 10,30) “Ego et Pater unum sumus: Yo y el Padre somos uno”.
Y habría por supuesto más ejemplos para dar, pero dejamos allí.
(3. Magisterio. Algunas “herejías anti-trinitarias”)
En cuanto al Magisterio o los documentos eclesiásticos, tenemos:
El Símbolo de los Apóstoles, el Credo: “Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del Cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor. Que fue concebido por obra del Espíritu Santo”. Es la más antigua fórmula de la Fe Trinitaria.
El Símbolo Niceno (Concilio de Nicea, año 325): Nació de la lucha contra el Arrianismo (el cual negaba que Cristo sea Dios). En este símbolo se recalca la divinidad de Nuestro Señor, “Cristo es Dios”, y de la misma naturaleza con el Padre (homoousía). Casi en forma literal, lo tenemos en el Credo que se utiliza para la Misa (el Credo de la Misa tiene alguna pequeña variante):
En nuestro Credo de la Misa: “Et in unum Dóminum Iesum Christum, Filium Dei unigéntitum. Et ex Padre natum, ante omnia saecula. Deum de Deo, lumen de lúmine, Deum verum de Deo vero. Génitum, non factum, CONSUBSTANTIALEM Patri: Per quem omnia facta sunt: Y (creo) en un solo Señor, Jesucristo, Hijo unigénito de Dios. Nacido del Padre, antes de todos los siglos. Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero. Engendrado, no hecho, CONSUSTANCIAL al Padre: Por quien todas las cosas han sido hechas”.1
Dios Nuestro Señor Jesucristo “consustancial al Padre”, “consubstantialem Patri”.
La palabra “consustancial” en español y en latín es más precisa que la fórmula o palabra griega, pues implica no sólo que tienen la misma naturaleza o sustancia (homoousios), sino que se trata de una sola naturaleza, numéricamente una, pues es un solo Dios.
Por ejemplo, Pedro y Juan tienen una misma naturaleza o sustancia, naturaleza humana, ambos son “hombre”. Pero no estamos frente a un solo hombre sino frente a dos hombres.
Aunque también vale para el Espíritu Santo, damos el ejemplo con el Padre y el Hijo:
En la Santísima Trinidad, el Padre y el Hijo tienen una misma naturaleza o sustancia, naturaleza divina, ambos son Dios. Pero sí estamos frente a un solo Dios, y no frente a dos dioses. Por eso, para ser más precisos, en español y en latín usamos la palabra “consustancial” (“consubstantialem”), y no simplemente la expresión de “la misma sustancia o naturaleza”.
En griego, es el famoso “homoousios”, que significa de la misma sustancia (o naturaleza), que en alguno se puede prestar para alguna confusión.
Como decíamos: Dos hombres son de la misma sustancia o naturaleza, pero no son uno sino dos hombres. En la Santísima Trinidad el Padre y el Hijo son de la misma sustancia o naturaleza, pero sí son uno y no dos dioses, por eso se dice “consustanciales”.
Las herejías anti-trinitarias, herejías contra la Santísima Trinidad, abarcan cualquier hereje que niegue alguna de las tres personas.
La semana pasada les hablé sobre la mentira que enseñaba el obispo hereje Arrio, muerto en el año 336. Él decía: “Cristo no es Dios”; Cristo, el Logos, no existe desde toda la eternidad, es una criatura sacada de la nada como todas las demás, y desigual al Padre (anomoios; de allí: herejes anomeos); Cristo no es Dios en sentido propio, sino cuanto mucho en sentido impropio porque Dios le adoptó como hijo. Esta herejía fue condenada por el Concilio de Nicea.
Luego vinieron los semiarrianos. Rechazaron la expresión “homoousios” (de la misma naturaleza) de Nicea, cambiándola por la expresión “homoiousios” que significa de semejante naturaleza, con lo cual también negaban que Cristo sea Dios, porque lo llamaban tan sólo de semejante naturaleza que el Padre, pero no de la misma naturaleza, no de igual naturaleza que el Padre.
Creemos que algo parecido a lo dicho por Arrio usarán para crear la Religión del Mundial para el Gobierno Mundial. Porque nadie o casi nadie, les aceptará el hecho y la verdad de que Cristo es Dios. Creemos, que usarán argumentos similares a los de Arrio. Como ejemplos en este sentido, podemos mencionar dos cosas que ya hemos dicho: Benedicto (firmada por Francisco) escribe una encíclica sobre la Fe, 80 páginas en la edición del Vaticano, y ni en una sola de ellas (¡80 páginas!), dicen lisa y llanamente que Cristo es Dios. El segundo ejemplo, esa famosa ya insinuación de Francisco: “Jesús es mi maestro, mi pastor, PERO Dios, el Padre, es el creador, etc”.
Y Francisco, la semana pasada, ha hecho otra nueva manifestación que, además de blasfema, va contra la divinidad de Jesucristo. Ha dicho que Jesús hacía “examen de conciencia”, es decir, que Nuestro Señor se examinaba para ver si había cometido algún pecado, “es decir”: ¡Dios Nuestro Señor Jesucristo se examinaba para ver si pecó!, ¡Dios examinarse si pecó! Entonces: Cristo no era Dios (porque Dios no puede pecar). Escuchemos literalmente sus palabras, la noticia es de L´Osservatore Romano (19 de mayo 2015):
“la imagen «de Pablo que llora de rodillas en la playa» y la imagen de «Jesús triste porque se dirigía a la Pasión… El Papa evidenció, en efecto, que «Pablo y Jesús, los dos, en estos pasajes realizan una especie de examen de conciencia: “Yo he hecho esto, esto, esto”». De la misma manera es bueno preguntarse a sí mismo, como una especie de examen de conciencia: «¿yo qué he hecho?».2
1 El Símbolo de Nicea dice: “y (creo) en un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero”.
2 http://www.osservatoreromano.va/es/news/la-importancia-de-decir-adios
En el Símbolo Constantinopolitano (Concilio de Constantinopla, año 381, segundo concilio general) se recalca la divinidad del Espíritu Santo: El Espíritu Santo es Dios: “Y (creo) en el Espíritu Santo, Señor y vivificador, que procede del Padre (luego se agregará aquí, la palabra “Filioque: y del Hijo” –ya les explico), que juntamente con el Padre y con el Hijo es adorado y glorificado”.
Y en el Credo de la Misa lo tenemos lo tenemos en forma casi idéntica, con el importantísimo agregado del Filioque: “Et in Spíritum Sanctum, Dóminum et vivificantem: qui ex Patre Filoque procedit. Qui cum Patre et Filio simul adoratur, et conglorificatur: Y (creo) en el Espíritu Santo, Señor y vivificador: El cual del Padre y del Hijo procede. Quien con el Padre y con el Hijo juntamente es adorado y conglorificado”.
El Dogma Católico, la Verdad, nos enseña que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, como de un solo principio, por vía de espiración (de una única espiración). El Segundo Concilio Universal de Lyon (año 1274): “Spiritus Sanctus aeternaliter ex Patre et Filio, non tanquam ex duobus principiis, sed tanquam ex uno principio, non duabus spirationibus, sed única spiratione procedit: El Espíritu Santo eternamente procede del Padre y del Hijo, no como de dos principios, sino como de un solo principio, con por dos espiraciones, sino por una única espiración” (D 460).
La primera vez que el aditamento “et Filio” o “Filioque” aparece introducido en el Símbolo Niceno-constantinopolitano es en el Concilio III de Toledo, año 589.
Unos 300 años más tarde, la Iglesia ortodoxa griega en el Siglo IX, comenzó a enseñar que el Espíritu Santo procede únicamente del Padre. Un Sínodo de Constantinopla, presidido por Focio, en el año 879, rechazó el aditamento “Filioque” de los latinos. Desde entonces la Iglesia Ortodoxa se convirtió en una herejía, en una religión falsa. Ellos no adoran realmente a la Santísima Trinidad porque tienen “una trinidad” distinta, que no es la verdadera (por la falsa procedencia del Espíritu Santo).
De allí lo grave también de Francisco, al afirmar o por lo menos insinuar que tenemos el mismo Dios todas las religiones, incluyendo por supuestos todos los que él llama “cristianos” (católicos, ortodoxos y protestantes). Para quedarme esta vez con los ortodoxos: Los ortodoxos no tienen el mismo Dios que nosotros, pues ellos no adoran realmente a la Santísima Trinidad.
En ese pensar cómo van a hacer la Religión Mundial, “quitando los obstáculos católicos”, hubo antiguamente otra herejía anti-trinitaria llamada el Modalismo (o Monarquismo Modalista) que tal vez sea usada también. El Modalismo sostiene que en Dios hay una sola persona que es el Padre, y de Cristo se puede decir que es Dios porque en realidad se trata del Padre: El Padre es el que se hizo hombre en Jesucristo y sufrió por nosotros. Entre los herejes modalistas tenemos a Sabelio (del Siglo III, éste fue anterior a Arrio) quien aplicó también este error al Espíritu Santo, enseñando que en Dios hay una sola persona (o hipóstasis) y tres “prósopa” (del griego “prósopon” máscara de teatro, papel en una obra de teatro), conforme a los tres modos (en latín “modi”) con que ha manifestado la divinidad: En la creación como Padre, en la Redención como Hijo, en la santificación de las almas como Espíritu Santo: Pero se trata siempre de una sola persona, podemos decir: Es siempre el Padre, con distintos “modos” de manifestación.
San Agustín, comentando Juan 10,30, “Ego et Pater unum sumus: Yo y el Padre somos uno”, dice muy concisa y hermosamente: “Quod dixit unum, líberat te ab Ario (puesto que dijo uno, te libra de Arrio), quod dixit sumus, liberat te a Sabelio (puesto que dijo somos, te libra de Sabelio)”.
(Conclusión)
Más cosas podríamos enseñar pero dejamos allí, y con la gracia de Dios otro año profundizaremos más.
Por eso queremos terminar con una profesión de Catolicismo, una manifestación pública de Fe Católica, en este caso sobre la Santísima Trinidad. Queremos expresar el famoso “Símbolo Quicumque”, que se atribuye al gran San Atanasio: Daremos un fragmento del mismo, a modo de oración final:
“Quicumque vult salvus esse, ante omnia opus est, ut teneat catholicam fidem: Cualquiera que quiera salvarse, ante todo es necesario, que tenga la Fe Católica.
Quam nisi quisque integram inviolatamque servaverit, absque dubio in aeternum peribit: La cual, si alguien no conservare íntegra e inviolada, sin duda perecerá eternamente. Ahora bien, la Fe Católica es ésta:
Que veneremos a un solo Dios en la Trinidad y a la Trinidad en la unidad. Y no confundiendo las personas, ni separando la substancia. Pues una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo: Pero del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad. Cual el Padre, tal el Hijo, tal el Espíritu Santo. Increado el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo. Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y sin embargo no son tres eternos, sino un solo eterno. Como no tres increados, ni tres inmensos, sino un solo increado, y un solo inmenso. Igualmente, omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo. Y sin embargo no tres omnipotentes, sino un solo omnipotente.
Así, Dios el Padre, Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo. Y sin embargo no son tres dioses, sino un solo Dios.
(…)
Haec est fides catholica, quam nisi quisque fideliter firmiterque crediderit, salvus esse non poterit: Ésta es la Fe Católica, la que si alguno no creyere fiel y firmemente, no podrá salvarse”.
AVE MARÍA PURÍSIMA.