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Vigesimocuarto y Último Domingo después de Pentecostés.

La Segunda venida de Cristo o su Parusía

(21 de noviembre de 2021) – P. Pío Vázquez

(Introducción) 

Queridos fieles: 

 Nos hallamos el día de hoy en el Vigesimocuarto y Último Domingo después de Pentecostés, el último domingo del año litúrgico; pues ya  el siguiente será Primero de Adviento, que es primero del mismo. En este domingo —y en el siguiente— la Santa Madre Iglesia quiere que  volvamos nuestra mirada hacia un dogma fundamental —y muy importante— de nuestra Santa Fe Católica: la Segunda Venida de Cristo o su Parusía, que marcará el triunfo definitivo y total de Dios Nuestro Señor Jesucristo. Por esto en el Evangelio de hoy tenemos el discurso  escatológico de Nuestro Señor —según figura en San Mateo1—, el cual ha sido llamado también el “Apocalipsis sucinto”. 

 Nuestro deseo es compartirles el día de hoy un pequeño resumen nuestro del Padre Leonardo Castellani, ese gran comentarista y conocedor del Apocalipsis, de su comentario al Evangelio de hoy, que se halla en su obra El Evangelio de Jesucristo, de 1957. 

(Cuerpo 1: Dogma olvidado) 

 Dice el Padre Castellani, refiriéndose al dogma del Regreso de Dios Nuestro Señor Jesucristo:  

 “La Segunda Venida de Cristo, el Retorno, la Parusía, el Fin de este Siglo, el Juicio Final es un dogma de fe, un dogma bastante  olvidado hoy día; pero bien puede ser que cuanto más olvidado esté, más cerca ande. Hay muchísimos doctores católicos  contemporáneos [esto lo escribe en 1957] que, las señales que dio Cristo —y a las cuales recomendó estuviéramos atentos— las ven  cumpliéndose todas. Desde Donoso Cortés en 1854 hasta Joseph Pieper en 1954, muchísimos escritores y doctores católicos de los  más grandes, comprendiendo al Papa San Pío X [el cual en su primera Encíclica se preguntaba, al ver el mundo como estaba, si no  habría nacido ya el Anticristo], al cardenal Billot, al venerable Holzhauser, etc., han creído ver en el dibujo del mundo actual las  trazas que la profecía nos ha dejado del Anticristo…” 

 Entonces, allí un primer pensamiento del Padre Castellani: La Parusía, la Segunda Venida de Cristo es un dogma bastante olvidado; y lo es,  pues, ¿quién suele vivir, hoy día, pensando en el Retorno de Cristo? El pensamiento del mundo moderno es totalmente contrario a ello. Éste piensa que el mundo seguirá todavía por cientos de millones de años, y eso sí, con un progreso indefinido… 

 Mas, nuestra Santa Fe Católica nos enseña exactamente lo contrario: El mundo no durará por siempre, sino que llegará un día en que  terminará tal como lo conocemos, y esto no por consunción de las fuerzas naturales del universo, sino por una intervención divina directa: la  llegada de Cristo; y no progresará indefinidamente el hombre, sino que, de hecho —y lo podemos ver y constatar— ira decayendo y  degenerándose más y más, al punto tal que, si Cristo no interviniera, nadie quedaría en pie con Fe; Él mismo nos dice: “Si aquellos días no se  abreviasen, nadie se salvaría; pero en atención a los elegidos se abreviarán aquellos días”. En estas palabras, nos está indicando la Gran  Apostasía, como de no intervenir Él, nadie perseveraría; y, en verdad, si lo que vivimos hoy —y que siempre va empeorando— se prolongase 100 años más, digamos, ¿quién mantendría al término de esos 100 años la Fe Católica intacta y sin mancilla, sin haber hecho ningún  compromiso? 

(Cuerpo 2: Proximidad de la Parusía) 

 Y, hablando respecto a las señales de la Parusía, dice el Padre Castellani: 

 “La otra dificultad grave que hay en este discurso es que por un lado se nos dice que no sabremos jamás ‘el día ni la hora’ del  Regreso de Cristo, el cual será repentino ‘como el relámpago’; y por otro lado se pone Cristo muy solícito a dar señales y signos para  marcarlo, encomendando a los suyos que anden ojos abiertos y sepan conocer los ‘signos de los tiempos’, como conocen que viene el  verano cuando reverdece la higuera. ¿En qué quedamos —dice el Padre—? Si no se puede saber ¿para qué dar señales? Y responde  él mismo: “No podremos conocer nunca con exactitud la fecha de la Parusía, pero podremos conocer su inminencia y su  proximidad”. 

 Esta segunda cuestión que el Padre Castellani hace notar es de importancia; pues muchos caen en el error de pensar que, como nos es  imposible saber el día y la hora de la Parusía, entonces debemos despreocuparnos totalmente de ello y vivir como si nunca fuera a ocurrir tal  cosa. Y, sin embargo, nada tan falso como esa forma de pensar —o vivir, pues a veces va implícito en el actuar de uno—, porque si esa  hubiera sido la intención de Dios Nuestro Señor Jesucristo no nos hubiera, sin duda, hablado de las señales de su Venida ni mucho menos  dicho que estuviéramos pendientes a ellas; Él dijo muy claramente: “De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están  tiernas y brotan las hojas, sabéis que está cerca el verano. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que está cerca, a las  puertas”. Quiere que cuando veamos cumplirse lo que Él mismo nos dijo, sepamos que estamos cerca a su Triunfo, a su glorioso Retorno. 

 Asimismo, nos encomienda esta expectación para que no nos coja por sorpresa —para desgracia tal vez nuestra— aquel día tremendo, en  que volverá a juzgar a los hombres. De hecho, añade las siguientes palabras, que no figuran en el texto del Evangelio de hoy, “Velad, por  tanto; porque no conocéis la hora en que volverá vuestro Señor. Sabed que si el Padre de familia hubiera sabido a qué vendría el ladrón,    

1Cap. 24, vv. 15-35.

velaría ciertamente y no permitiría que le horadasen su casa. Por tanto, vosotros también estad preparados, porque a la hora que no pensáis, vendrá el Hijo del Hombre”. Como si dijera: “Para que viváis bien y como corresponde a hijos de Dios, estad siempre alerta a mi Regreso, tenedlo siempre en la mente, para que ese pensamiento os guarde de todo pecado, porque, a la verdad, no sabéis en qué momento he de  volver; ¡vigilad, pues! 

(Cuerpo 3: Señales de la Parusía) 

 Y respecto a esas señales o signos dice el Padre Castellani: 

 “Los tres signos troncales que dio Cristo de la inminencia de su Segundo Advenimiento parecen haberse cumplido: 1) la predicación  del Evangelio en todo el mundo, 2) Jerusalén no hollada más por los gentiles y 3) un período de ‘guerras y rumores de guerras’, que  no ha de ser precisamente la Gran Tribulación; pero será su preludio y el ‘comienzo de los dolores’” 

 Y continúa diciendo el Padre sobre cada uno de los signos: “El Evangelio ha sido ya traducido a todas las lenguas del mundo y los  misioneros católicos han penetrado y recorrido todos los continentes. Jerusalén que desde su ruina el año 70 ha estado bajo el poder  de los romanos, persas, árabes, egipcios y turcos… desde 1918 ha vuelto a manos de los judíos; y un ‘Reino de Israel’ que se  reconstruye, existe tranquilamente ante nuestros ojos; y finalmente nunca jamás ha visto el mundo, desde que empezó hasta hoy,  una cosa semejante a ésta que el Papa Benedicto XV llamó en 1919 ‘la guerra establecida como institución permanente de toda la  humanidad’”. 

 Efectivamente, todos estos signos se han o están cumpliendo, siendo tal vez el más sintomático de todos el segundo que nombre el Padre  Castellani: Israel no más hollado por los gentiles. En efecto, en 1948 se declaró oficialmente el Estado de Israel, después de haber durado  prácticamente 19 siglos destruido (!), desde la destrucción de Jerusalén por Tito. Y lo de las guerras también se ha cumplido y cumple,  ¿cuándo vio antes la humanidad algo parecido a la Primera y la Segunda Guerra Mundiales? Y una tercera guerra mundial, podríamos decir,  que está siempre latente; y guerras, sediciones, etc., etc., siempre hay por diversos lugares… 

 Por lo cual, viendo esto —y no olvidemos que el Padre lo decía en ¡1957!— y teniendo en cuenta todo lo que se suma hasta el día de hoy,  pleno 2021, en particular la Gran Apostasía que estamos viviendo en el mundo entero, especialmente gracias al Concilio Vaticano II —donde  se operó la falsificación o adulteración de nuestra Santa Religión Católica— y todos los temas actuales: pandemia, coronavirus, vacunación  mundial, el reseteo de la economía de que se habla, etc., etc.; teniendo en cuenta todas estas cosas, podemos con mucha sencillez, pero con  cierta seguridad, decir que estamos en los finales, en los últimos tiempos, que si esto no se revierte, sin duda nos tocará ver el desenlace  final. 

(Conclusión) 

 Sin embargo, ello no debe ser motivo de tristeza, sino, como dice el Padre Castellani: “Cristo nos mandó no nos desconsoláramos por eso,  al contrario: ‘Cuando veáis que todo esto sucede, levantad vuestras cabezas y alegraos, porque vuestra salvación está cerca’”. Y esto es así  porque la Parusía será el Triunfo definitivo de Cristo, el fin del dolor y de la muerte. 

 Por esto, debemos interesarnos mucho en conocer las profecías que Dios nos ha dado en la Sagrada Escritura, en particular en el  Apocalipsis, sobre su Venida en Gloria y Majestad, leyéndolas y releyéndolas una y otra vez, para que podamos estar vigilantes y no nos coja  de sorpresa aquel día tremendo; y no estar pendientes de las “apariciones” y todo ese mundo del “aparicionismo”… tenemos la Sagrada  Escritura, allí está todo lo que debemos saber para nuestra salvación; en vez de ver qué dice el “instrumento” tal, leamos el Apocalipsis,  leamos la profecías. 

 Por tanto, meditemos todas estas cosas y, teniendo en cuenta la situación actual mundial, pidamos a Dios Nuestro Señor Jesucristo, por  medio de su Santísima Madre María, nos ayude, envíe sus testigos, de que nos habla la Escritura, y adelante su Regreso y Triunfo definitivo,  pues, de lo contario, nadie se salvaría. 

 Ave María Purísima. Padre Pío Vázquez