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3er Domingo de Adviento 2017

Los dos Testigos.

(Domingo 17 de diciembre de 2017) P. Altamira.

(Introducción)

Queridos fieles:

La semana pasada habíamos dicho que la Santa Iglesia Católica pone, en su Liturgia previa a Navidad, en Adviento, tres domingos sobre cuatro, en los cuales se habla sobre la figura y algunos hechos de la vida de San Juan Bautista, El Precursor del Señor.

En este Tercer Domingo de Adviento, recién escuchábamos algunos de esos hechos en el canto del Evangelio de la Misa:
(San Juan 1,19ss) “En aquel tiempo, los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para preguntar a Juan: ¿Tú quién eres?
ET CONFESSUS EST, ET NON NEGAVIT, ET CONFESSUS EST: QUIA NON SUM EGO CHRISTUS: Y confesó, y no negó, y confesó, que yo no soy el Cristo, el Mesías… Pues dinos quién eres para que podamos dar respuesta a quienes nos han enviado.
EGO VOX CLAMANTIS IN DESERTO: DIRÍGITE VIAM DÓMINI: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad (disponed, ordenad) el camino del Señor…”, ese verbo en latín también significa “ordenad vuestras vidas”, ¡DIRÍGITE!: ORDENAD VUESTRAS VIDAS: Confiésense, estado de gracia, poder recibir la Santa Comunión en Navidad. ORDENAD VUESTRAS VIDAS.

La semana pasada, también decíamos que a San Juan Bautista se lo ha comparado con algunos santos del Antiguo Testamento. Nosotros sacamos a colación al Profeta Jeremías. El mismo Cristo lo compara con el Profeta Elías, y Dios Nuestro Señor Jesucristo lo hace con mucha fuerza. Y con el Profeta Elías nos queríamos quedar hoy, y relacionarlo con nuestra época, y sacar enseñanzas. Veamos.

(Cuerpo)

Primeramente queríamos narrarles, basándonos en la Sagrada Escritura, uno de los hechos ocurridos en la vida de este grandísimo santo y profeta: El Profeta Elías. Parece era de una personalidad fuerte. LOS SANTOS SON COSA SERIA. LAS COSAS DE DIOS SON COSA SERIA. Escuchemos.

(Libro IV de los Reyes, capítulo 1,1ss) “…Un día se cayó [el rey] Ococías por una ventana de su aposento alto en Samaría, de modo que quedó enfermo.
Despachó, pues, mensajeros, a los cuales dijo: Id y consultad a Belzebú, dios de Acarón, si acaso sanaré de esta enfermedad. Dijo entonces el ángelde Dios a Elías tesbita: Levántate y sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samaría y diles: « ¿Acaso no hay Dios en Israel, para que vayáis a consultar a Belzebú, dios de Acarón? Por esto, así dice Dios: No dejarás la cama en que te has postrado, sino que morirás sin remedio». Y Elías se marchó… Entonces envió el rey un capitán de cincuenta hombres con sus cincuenta soldados; el cual subió hasta (el profeta), y he aquí que éste estaba sentado sobre la cumbre del monte. Y le dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho: «Desciende». Elías respondió y dijo al capitán de los cincuenta: Si yo soy varón de Dios, baje fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta [hombres]. Y descendió fuego del cielo y le consumió a él y a sus cincuenta [hombres]. Ococías volvió a enviar contra él otro capitán de cincuenta con sus cincuenta hombres el cual tomó la palabra y dijo: Varón de Dios, así ha dicho el rey: «Desciende inmediatamente». Elías respondió y les dijo: Si yo soy varón de Dios, baje fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta [hombres]. Y descendió del cielo fuego de Dios, y le consumió a él y a sus cincuenta [hombres]. (El rey Ococías) volvió a enviar por tercera vez un capitán de cincuenta con sus cincuenta hombres. Este tercer capitán de cincuenta subió, y llegado dobló sus rodillas ante Elías, le suplicó y le dijo: Varón de Dios, te ruego que mi vida, y la vida de estos tus cincuenta siervos, sea preciosa a tus ojos. Bien sé que bajó fuego del cielo y consumió a los dos primeros capitanes de cincuenta, con sus cincuenta hombres. Mi vida sea, pues, preciosa a tus ojos. Entonces el Ángel de Dios dijo a Elías: Desciende con él; no le tengas miedo. Se levantó y fue con él ante el rey; y le dijo: Así dice Dios: «Por cuanto has enviado mensajeros para consultar a Belzebú, dios de Acarón, como si no hubiera Dios en Israel, cuya palabra se pueda consultar, por tanto no dejarás la cama en que te has postrado, sino que morirás sin remedio». Murió electivamente [el rey Ococías], conforme a la palabra de Dios que Elías había dicho”.

También habíamos dicho, en el Primer Domingo de Adviento, el cual en su Evangelio de San Lucas nos narra palabras de Cristo sobre el final de los tiempos, que esa época se muestra o parece ser “nuestra” época.
Una profecía que está en la Sagrada Escritura habla sobre estos temas, en el Apocalipsis, habla de lo que harán “LOS DOS TESTIGOS” en la época del Anticristo (Apocalipsis, capítulo 11,1ss). “Los dos testigos”, ésa es la expresión literal, y dicho rol se ha atribuido a Elías y Enoch.

Ya que estamos con Elías, los padres antiguos han enseñado que parece Elías ha sido mantenido vivo por Dios (“arrebatado por Dios”) y que volverá al final de los tiempos para predicar: Predicará a Dios Nuestro Señor Jesucristo, y predicará contra el Anticristo. Parece Elías se encargará de predicar a los judíos; no sabemos si por este motivo se dará la famosa “conversión de los judíos”. También se ha enseñado desde antiguo que el otro “testigo” será Enoch, también mantenido vivo por Dios, que él volverá entonces para esa misma época, y que predicará a nosotros, es decir a los pueblos no judíos. Veamos la pura “letra” de esta profecía de “LOS DOS TESTIGOS”:

“Me fue dada una caña, semejante a una vara, y se me dijo: Levántate y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran allí. Mas el atrio exterior del templo déjalo fuera, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, los cuales hollarán la Ciudad Santa durante cuarenta y dos meses. Y daré a MIS DOS TESTIGOS que, vestidos de saco, profeticen durante mil doscientos sesenta días. Éstos son LOS DOS OLIVOS y LOS DOS CANDELABROS que están en pie delante del Señor de la tierra. Y si alguno quisiere hacerles daño, sale de la boca de ellos fuego que devora a sus enemigos. Y el que pretenda hacerles mal, ha de morir de esta manera. Ellos tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva durante los días en que ellos profeticen; tienen también potestad sobre las aguas, para convertirlas en sangre, y herir la tierra con toda suerte de plagas cuantas veces quisieren. Y cuando hayan acabado su testimonio, la Bestia que sube del abismo les hará guerra, los vencerá, y les quitará la vida. Y sus cadáveres (yacerán) en la plaza de la gran ciudad que se llama alegóricamente Sodoma y Egipto, que es también el lugar donde el Señor de ellos fue crucificado. Y gentes de los pueblos y tribus y lenguas y naciones contemplarán sus cadáveres tres días y medio, y no permitirán que se dé sepultura a los cadáveres. Y los habitantes de la tierra se regocijan a causa de ellos, hacen fiesta, y se mandarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas fueron molestos a los moradores de la tierra. Pero, al cabo de los tres días y medio, un espíritu de vida que venía de Dios, entró en ellos y se levantaron sobre sus pies, y cayó un gran temor sobre quienes los vieron. Y oyeron una poderosa voz del cielo que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos. En aquella hora se produjo un gran terremoto, se derrumbó la décima parte de la ciudad y fueron muertos en el terremoto siete mil nombres de hombres; los demás, sobrecogidos de temor, dieron gloria al Dios del cielo. El segundo ay pasó; ved que el tercer ay viene pronto”.

Allí tienen la profecía del Apocalipsis sobre LOS DOS TESTIGOS, parecería, según la enseñanza antigua, son ELÍAS Y ENOCH. En particular al Profeta Elías, Dios Nuestro Señor Jesucristo mismo lo ha comparado con San Juan Bautista que es la figura de estos Domingos de Adviento.
Por lo demás, decíamos hace unos momentos que esa época de los tiempos finales parece “nuestro” tiempo. Y uno también quiere que se aceleren los tiempos, y que esos sucesos ocurran, para que Cristo venga. Porque la espera, la presión y el mal generalizado, los problemas, se van haciendo tantos y tan grandes, que uno ve que –como dice otra profecía- “NISI BREVIATI FUISSENT DIES ILLI, NON FIERET SALVA OMNIS CARO: si esos tiempos no fuesen abreviados, no se salvaría ningún hombre: SED PROPTER ELECTOS BREVIABUNTUR DIES ILLI: pero a causa de los elegidos se abreviarán aquellos días” (Evangelio del Domingo 24 después de Pentecostés, San Mateo 24,15ss).

Y la realidad mundial muestra cosas que parecen del final de los tiempos. La gran noticia internacional de esta semana ha sido que Trump, favoreciendo a los judíos, ha declarado oficialmente, por primera vez en nombre del gobierno de los EEUU, que “Jerusalén es la capital de Israel”, con gran malestar de todo el mundo musulmán. Veremos en qué termina todo eso.
Lo lamentable es que Mons. Williamson, supuesto hijo de Mons. Lefebvre, quiere sembrar esperanzas en Trump, como si fuera alguien que resiste o combate los poderes mundiales: muy ridículo. Se puede aplicar tal vez el aforismo jurídico: “A confesión de parte, relevo de prueba”. Como si fuera poco, también siembra esperanzas en Putin, el líder de la Rusia Comunista. Y hace unos escasos 7 días, ha vuelto a la carga a favor de la misa moderna (y del sacerdocio moderno, y de los obispos moderno) con los supuestos “milagros” de la misa moderna. Sin comentarios.

(Conclusión)

Dos cosas para terminar:
El rey Ococías, en tiempos del Profeta Elías, iba a consultar a los brujos; de hecho, Belzebú es uno de los nombres que tiene el demonio.
Y este rey mandó a sus hombres para que consultaran por él a los sacerdotes de Belzebú, a los sacerdotes del diablo, a los brujos.

Aquí en Colombia está muy difundido el tema de ir a consultar a los brujos. Al rey Ococías, por hacer eso, Dios le mandó la muerte en castigo.
Cuidado con ir a los brujos. Peor aun el riesgo de condenación eterna por ir a esos lugares.

La segunda cosa, en relación a San Juan Bautista: “¡DIRÍGITE!”, ¡enderezad vuestras vidas, ordenad vuestras vidas!, ¡según Dios! Así les gritaba San Juan Bautista, y así nos sigue gritando hoy. ¿Qué significa eso?

En una semana será Navidad. ¡Ordenad vuestras vidas: DIRÍGITE! Confiésense, estén en condiciones para recibir a Dios, para recibir la Santa Comunión. Y no sólo ordenar la vida por Navidad, sino ser buenos hijos de Dios, intentar ser buenos católicos: siempre; siempre en estado de gracia. Y como cada año repetimos: Un católico no es una persona triste, un católico sabe pasar un momento lindo, con alegría, un festejo “sano”, festejo sano y “santo”. Que el nacimiento de Dios sobre la tierra, que LA NOCHE BUENA (que expresión tan hermosa: “Noche Buena”), que “EL 24” no sea el momento de emborracharse (o estar entonado o prendido), no excederse en el trago; o hacer gula por comer de más; o peores pecados en esa Noche Santa; y hasta una hora prudente, no hasta las tres de la mañana o lo que sea: no exagerar tampoco en esto: Saber festejar en familia, un santo momento familiar. ¡NOCHE BUENA, NOCHE SANTA!

AVE MARÍA PURÍSIMA.