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Domingo Infraoctava Navidad, año nuevo 2019

Amor de Dios para con nosotros.

(Domingo 29 de diciembre de 2019) P. Altamira.

DUM MÉDIUM SILENTIUM TENÉRENT OMNIA: Mientras un profundo silencio tenía todas las cosas,
ET NOX IN SUO CURSU MEDIUM ITER HABERET: Y la noche en su curso había hecho la mitad de su camino,
OMNÍPOTENS SERMO TUUS: Tu Omnipotente Verbo [el Verbo de Dios, el Logos, Dios Nuestro Señor Jesucristo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad],
DOMINE: oh Señor, oh Dios Padre,
DE CAELIS A REGÁLIBUS SÉDIBUS VENIT: desde los cielos, desde los tronos reales, ha venido.1

Queridos hijos:
Con esta expresión tan poética, del Introito de esta Santa Misa, Misa llamada de la Infraoctava de Navidad (i.e. dentro de la Octava de Navidad), queríamos comenzar la prédica de hoy, en la que trataremos de resaltar el amor de Dios hacia nosotros.2
Estamos dentro de la Octava de Navidad. Seguimos festejando la Navidad.3
Queríamos hacer un desarrollo de uno de los tantos aspectos, tal vez el más importante, que envuelven a la Navidad; decíamos: EL AMOR DE DIOS HACIA NOSOTROS.

1. Texto tomado de Sabiduría 18,14-15. (*) La expresión “médium silentium” es difícil de traducir, vimos la traducción “profundo silencio” y nos gustó. Otras traducciones –tal vez más literales- dirían: un importante silencio, un central silencio, un silencio principal. Con la palabra “médium”, toda la frase sería: “mientras un importante ( central ) silencio envolvía (tenía”) todas las cosas… tu Verbo omnipotente vino desde los cielos… Oh Señor”.
2.[nota: ese mismo Introito habla después habla de una gloria, que no parece del pesebre sino de la Segunda Venida: (Salmo 92,1) Dóminus regnavit, decorem indutus est: indutus est Dominus foritudinem, et praecínxit se: El Señor reinó, se vistió de majestad: el Señor se vistió de fortaleza, y se ciñó]
3. El 1° de Enero: La fiesta propiamente de la Octava de Navidad será el miércoles, el 1° de enero, que por eso es precepto, de guarda, no por ser el comienzo del Nuevo Año, aunque eso también le importa a la Iglesia Católica.

(Cuerpo)

AMOR DE DIOS: NAVIDAD Y LA CRUZ SON UNA MISMA COSA, la continuación de la una es la culminación de la otra: EL PESEBRE Y LA CRUZ. Y ambas son una misma cosa en lo referente al AMOR DE DIOS POR NOSOTROS, para regalarnos la Salvación, la Redención.
Amor de Dios por nosotros. “Tanto amó Dios al mundo que…: Sic enim Deus dilexit mundum… (Juan 3,16); sí, tanto, de tal manera, “ut Filium suum unigenitum daret: que le dio a su Hijo Unigénito (Juan 3,16)”. Lo dio en la Navidad, y lo dio en la Cruz.

(1) Veamos estos rastros del amor de Dios por nosotros, primeramente, en la MISA DE LA AURORA DE NAVIDAD, en su Epístola (Tito 3,4-7)4.
Caríssime : (4) Apparuit benignitas et humanitas Salvatoris nostri Dei: Carísimo: Ha aparecido la benignidad y la humanidad de Dios Salvador Nuestro [benignidad de Dios Nuestro Señor hacia nosotros, que por lo tanto expresa amor hacia nosotros; y agrega allí también: ha aparecido la humanidad de Dios Salvador Nuestro, Dios Nuestro Señor Jesucristo ha aparecido en carne mortal, como hombre, allí en el Pesebre, y si se hizo hombre es también por un gran inmenso amor]:
-(5) non ex operibus justitiæ, quæ fecimus nos, sed secundum suam misericordiam salvos nos fecit: no por las obras de santidad que hemos hecho nosotros, sino que, según su misericordia, nos ha salvado [el ser humanado es nada, y todo lo que hemos recibido en orden a nuestra Redención y Salvación, no es por nuestra “santidad” –que no tenemos nada de eso por nosotros mismos-, sino sólo por su misericordia; es muy grande la distancia, es grande la distancia, es infinita, entre la criatura y el Creador],
(5 in fine) per lavácrum regenerationis et renovationis Spiritus Sancti: a través del Bautismo –“lavácrum”- de regeneración y de renovación del Espíritu Santo [nuestro proceso hacia Dios comienza con el Santo Bautismo],
(6) quem effudit in nos abunde per Jesum Christum Salvatorem nostrum [Espíritu Santo: al cual infundió en nosotros abundantemente por Jesucristo Salvador Nuestro]:
Y lo que sigue es sobre nuestra Salvación, o el modo como recibimos la Salvación:
(7) UT JUSTIFICATI GRATIA IPSIUS: PARA QUE JUSTIFICADOS POR LA GRACIA DE ÉL [Dios en su amor, nos ha dado la posibilidad de ser justificados, santificados, salvados, por su gracia santificante, por la gracia que Él nos ha ofrecido; todo gratuito, sin merecimiento de nuestra parte: Amor hacia nosotros],
(7 in fine) [PARA QUE JUSTIFICADOS POR SU GRACIA] hæredes simus secundum spem VITÆ ÆTERNÆ: seamos herederos DE LA VIDA ETERNA según la esperanza [consigamos la Salvación, la vida eterna: Amor gratuito e inmenso hacia nosotros de parte de Dios, pues nada de lo humano podía merecernos o conseguirnos eso].

4. La cual es la misma carta de San Pablo a Tito, que se utilizó también en la Misa de Gallo, pero aquí un capítulo más adelante.

(2) En segundo lugar, veamos esto en la Misa de hoy, en su Epístola, San Pablo a los Gálatas (Gálatas 4,1-7); en un pequeño fragmento que escogimos, en el cual se nos habla de Dios enviando a su Hijo en “la plenitud de los tiempos”, PARA REDIMIR, PARA HACERNOS HIJOS DE DIOS; en definitiva, POR AMOR, por un inmenso amor hacia nosotros: propter nimiam charitatem –dirá San Pablo en otro lugar-:
At ubi venit PLENITUDO TÉMPORIS [Mas cuando vino LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS], –misit Deus Filium suum, factum ex muliere, factum sub lege [envió Dios a su Hijo, hecho de mujer, hecho bajo la ley: El nacimiento de Dios Nuestro Señor Jesucristo, hecho de mujer, nacido de mujer.
-Ahora, el motivo de su nacimiento según la carne:
UT… REDÍMERET , UT ADOPTIONEM FILIORUM RECIPEREMUS [PARA… REDIMIR, PARA QUE RECIBIÉRAMOS LA ADOPCIÓN DE HIJOS: para que podamos ser hijos de Dios]…
quod si filius, et heres per Deum [que si hijos, también herederos por medio de Dios].

(3) AMOR HACIA NOSOTROS, amor inmenso: El Nacimiento y la Cruz, el Pesebre y la Cruz, la continuación de uno es la culminación del otro: Son una misma cosa. Escuchemos este desarrollo en una prédica del Padre Castellani, esta vez realizada en el año 1964, también en la Navidad. Es un resumen hecho por nosotros, con algunos agregados de nuestra mano.
El sermón de Navidad está hecho por la pintura, la poesía, la Liturgia, e incluso por los villancicos y los pesebres familiares y populares; incluso por las dos Radios oficiales de Argentina, que después de estar transmitiendo tilinguería todo el año, transmiten ahora cantos y glosas de Navidad, mostrando con eso que el pueblo argentino sigue siendo católico, o al menos conserva en sus costumbres una gran celebración católica, lo cual es algo. Mejor sería que los argentinos pudiéramos conservar no sólo una “celebración” católica, sino también una “cerebración” católica, es decir, ojalá pudiéramos tener un “cerebro” católico.
La maravilla de Navidad es que Dios se haya hecho Niño, que se haya hecho hombre: Ése es el misterio.
Santo Tomás de Aquino dice: “Dios podía salvar al mundo de muchas maneras, pero en ninguna tanto como ésta, podía mostrar su amor a los hombres”. Mostrar amor; amor a los hombres.
Un poeta griego decía que estar enamorado y tener seso, eso no se puede ser, eso no se puede dar, a no ser en Dios. Pero aquí parecería que Dios también está incluido en lo primero, pues nos amó con locura: dice San Pablo (Efesios 2,4): “propter NIMIAM CARITATEM SUAM qua dilexit nos: por la máxima caridad, por EL AMOR INMENSO, con que nos amó”, un amor loco, loco de amor. Ése es el misterio: que Dios sea así con
nosotros.

Todo lo que va a seguir hasta la Cruz se deriva de esto. El pueblo no se engaña con sus pesebres y con sus crucifijos, en esas dos cosas está indicado un amor incomprensible, y ambas cosas van juntas.
Los antiguos no comprendían el amor de Dios. Nosotros tampoco; PERO SABEMOS QUE EXISTE. Dios está demasiado alto, y el hombre está demasiado bajo. Y el amor pide igualdad. Los antiguos decían “amor pares ínvenit : el amor busca iguales”, al cual San Agustín agregó dos palabras volviéndolo cristiano: “aut facit: ¡o los hace!”.
El amor busca iguales, o los hace. Así, Dios comenzó por igualarse a los hombres, haciéndose hombre, “nacido de mujer, nacido bajo la ley”. Y después trató de igualarnos a nosotros con Él, levantándonos al amor divino por la gracia santificante, hasta llevar –a los que son fieles- a la unión perfecta, “seremos semejantes a Él porque le veremos tal cual es” (I Juan 3,2).
Desde el Bautismo comienza en el hombre ese proceso de asimilación a Dios, cuya continuación está en nuestras manos, y también el fracaso en nuestras manos, y eso es tremendo, insoportable, porque ese amor es inmenso, y perderlo para siempre es inmenso. El Infierno es un amor perdido, el Amor Perfecto perdido, el Amor Infinito perdido y rechazado, y rechazado para siempre.
Para el amor se precisan dos. El Hijo de Dios se preparó un amor para cuando naciera, el amor más común, más seguro, más noble, una madre; y el amor de familia. También se preparó un padre putativo, al cual Dios Padre, que le nombró su representante, le dio corazón de padre. Como el amor a Dios es difícil, hay que empezarlo por lo más fácil, que es el amor de familia. Y así hizo Cristo. Y Cristo acogió en sí, en su corazón, todos los amores.5
Así que “tanto amó Dios al mundo”, con una caridad de loco, ¡loco de amor!, “que le dio a su Hijo Unigénito para salvar al mundo”. Sí, salvar al mundo; salvar al mundo… con el amor, pero con el Amor rectificado y santificado”.6

5. ¿Y qué pasó con el amor carnal? Saltó ese amor, porque no lo necesitaba para su caridad. El amor carnal se convierte, o bien en caridad, o bien en calamidad [el primero, cuando es según la ley de Dios: caridad; el segundo, cuando es según el mundo, según el pecado]. Ése es su destino: grandeza o bajeza. Cuando se convierte en caridad, ello es en el matrimonio, y se vuelve amistad conyugal, la cual, dice Aristóteles, es la más firme de todas las amistades [aunque, por el pecado original, y por cómo está el mundo, la vida de los esposos puede ser a veces un infierno de anti-caridad, es decir, es de pecado, pecado tras pecado, de muchas y distintas clases; quiera Dios que eso no sea con nuestros esposos] (…)
6. Tomado de: Domingueras Prédicas I, Ediciones Jauja, Mendoza, Argentina, año 1997, página 317ss. -Resumen hecho por mí, con algunos agregados de mi mano.

(Conclusión)

Terminamos con la parte del Evangelio de San Juan que recién escuchábamos (S. Juan, capítulo 3), tomando unos versículos más:
(14 in fine7) ita exaltari oportet Filium hominis: Así es preciso que el Hijo del hombre sea levantado en alto [en la Cruz],
(15) ut omnis qui credit in ipsum, non pereat, sed habeat vitam æternam: para que todo el que cree en Él, no perezca, sino que tenga la vida eterna:
Y aquí viene la frase emblemática del amor y de cuánto es el amor que tuvo y que tiene Dios por nosotros:
(16) SIC ENIM DEUS DILEXIT MUNDUM , UT FILIUM SUUM UNIGENITUM DARET: DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE LE DIO A SU HIJO UNIGÉNITUM,

(16 in fine) UT OMNIS QUI CREDIT IN EUM, NON PEREAT, SED HABEAT VITAM ÆTERNAM: PARA QUE TODO EL QUE CREA EN ÉL, NO SEA CONDENADO –NO PEREZCA-, SINO QUE TENGA LA VIDA ETERNA.8

Todo empezó en el Pesebre. La Cruz y el Pesebre son la misma cosa, la una es la continuación de la otra. Y ambas cosas fueron “propter nimiam charitatem qua dilexit nos: por la inmensa caridad, por el inmenso amor, con que nos amó” (Efesios 2,4). Ése es el misterio. Ojalá nosotros también podamos pagarle a Dios con amor, con lo que sean nuestras vidas, con nuestro amor. El Niño Dios en el Pesebre nos lo conceda.

AVE MARÍA PURÍSIMA.


7. La primera parte de ese versículo 14 dice: –(14) Et sicut Moyses exaltavit serpentem in deserto.
8. –(17) Non enim misit Deus Filium suum in mundum, ut judicet mundum, sed ut salvetur mundus per ipsum: Pues no envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar el mundo, sino para que el mundo sea salvado a través de Él. 18 Qui credit in eum, non judicatur ; qui autem non credit, jam judicatus est : quia non credit in nomine unigeniti Filii Dei. 19 Hoc est autem judicium : quia lux venit in mundum, et dilexerunt homines magis tenebras quam lucem : erant enim eorum mala opera. 20 Omnis enim qui male agit, odit lucem, et non venit ad lucem, ut non arguantur opera ejus : 21 qui autem facit veritatem, venit ad lucem, ut manifestentur opera ejus, quia in Deo sunt facta.