La Divinidad de Cristo y su negación, la Religión Mundial.
(Domingo 1° de enero de 2017) P. Altamira.
(Introducción)
Queridos hijos:
Otro año que se fue, y otro año que comienza.
Siempre, al abandonar un año que se acaba, a uno le entra una cierta nostalgia. Pero cada año, considerado a la distancia y una vez transcurrido, se ve tan lleno y tan cargado de cosas, tantas cosas que ocurrieron, que produce también un cierto cansancio, algo de estar agotados.
Sea como fuere, un año más -otro año que se termina- siempre es motivo de agradecimiento sincero ante Dios. Porque Él nos ha mantenido la vida, por tantas cosas –todo en realidad- que Él nos da.
Ayer por la tarde, es una hermosa costumbre tratar de venir a “La Última Misa del Año”, venir en esa fecha para agradecer a Dios por todo lo ocurrido y por todo lo recibido durante el año. Ayer, luego de la Misa, cantamos el Te Deum, el Himno Ambrosiano, que es el más hermoso himno católico para dar gracias a Dios.
Mas ahora comienza otro año, el 2017. Dios sabrá de cuántas cosas seremos testigos. Al final de esta “Primera Misa del Año”, cantaremos el Veni Creator, cantaremos al Espíritu Santo, para pedirle, para “gritarle”, que nos ayude; ¡y cómo lo necesitamos!
El Día Primero de Año, litúrgicamente, corresponde a la Octava de Navidad, es como celebrar nuevamente la Navidad. También se le dice Circuncisión de Dios Nuestro Señor Jesucristo, pues al octavo día del nacimiento la circuncisión ocurrió.
Tenemos muchos anhelos; queremos pedir a Dios muchas cosas. Y deseamos, profundamente, seguir reflexionando en Él, pensando en Él, en el hecho crucial, y fuera de todo orden, de que Dios se haya hecho hombre. Después de todo, la Octava es festejar de nuevo la Navidad, y, de allí, deseamos seguir con el tema de la Navidad. Nuevamente aprovecharemos al buen Padre Castellani, a través de un resumen que hemos realizado, y daremos algunas reflexiones propias.
(Cuerpo: Algunas enseñanzas en torno a la Navidad)
Comencemos escuchando algunos pensamientos. En este caso, fue la prédica del Padre Leonardo Castellani del día de la Navidad del año 1967 (“Domingueras Prédicas II”, Ediciones Jauja –Mendoza, Argentina, año 1998-; Prédica del Día de la Navidad del año 1967; páginas 329ss):
“1[Con la Encarnación, el amor a Dios:] Se hizo más fácil, pero también más difícil, porque cuando uno piensa un poco en lo que es Dios y lo que es el hombre, y esas dos cosas hechas uno, [uno mismo] se queda pasmado… Todas las grandes herejías han rehusado creer en Cristo Dios, incluso los modernistas, progresistas y protestantes actuales, que siguen hablando de Cristo Dios o del Hijo de Dios, pero si uno les pregunta: “Dios ¿en qué sentido?”, o rehúsan responder, o salen con [que es] un hombre divino, un hombre penetrado de Dios. –¿Como San Francisco de Asís? –No, un poco más [dicen ellos]. -¿Y cuánto más? NOSOTROS DECIMOS INFINITO MÁS. (…)
[Dios Nuestro Señor Jesucristo] es simplemente la salvación del mundo: “Mañana será salvado el mundo, y apartada de la tierra la iniquidad”, leíamos en la antífona de ayer [se refiere a una de las antífonas del día 24 de diciembre].
¿Dónde está esa salvación? La mayor parte del mundo de hoy está en rebelión contra Dios; la mayor parte de las naciones está en convulsión y confusión, y lo que es peor, en necedad. Nuestra Patria [la Argentina] está manchada de incertidumbres, para no decir de crímenes e ignominias…
“No puedo negar que durante siglos la figura de Cristo consiguió calmar al mundo y lo mejoró. Pero eso se acabó. Ahora tiene que venir una nueva religión” –dice el historiador Toynbee-… Si viene la nueva religión que Toynbee anhela, ella va a ser un tren que lo va a hacer añicos a Toynbee. Pues será la Religión del Anticristo. Venga o no venga [y nosotros pensamos que debe estar muy próxima, con mayor razón 50 años después de esta prédica], lo que tenemos que hacer nosotros es claro: tenemos que quedar firmes como fierro en lo que sabemos, lo que hemos conocido, no por nuestro saber, ni por el saber de los hombres, ni por el saber de los ángeles, sino por el mismo Dios, el Verbo Divino. Somos los eudokétoi… los enseñados… Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de la eudokía, dice el texto original exactamente. Yo no sé por qué San Jerónimo o Aquila tradujeron “de buena voluntad”. De fe dijeron simplemente los ángeles [“y paz en la tierra a los hombres de Fe”, a los que tienen la Fe, a los que tienen y mantienen la Fe Católica, a pesar y en medio de toda esta confusión reinante]. Nuestra Fe tiene que soportar hoy día, encima [de ella], una enorme masa de mentiras, de mentiras organizadas y calculadas como una gran maquinaria”.
Hasta allí las palabras que queríamos compartir del Padre.
¿Cómo está hoy nuestra realidad, cincuenta años más tarde de lo que vislumbraba el Padre Castellani en esa prédica? Veamos y dividamos lo que escuchamos en tres puntos:
Primero, la negación del hecho y de la Verdad de que CRISTO ES DIOS. En 1967, el Padre veía a los modernistas (que son los que figuran hoy al frente de la Falsa Iglesia del Vaticano II), veía a los progresistas (que es otra forma de llamarles), y veía a los protestantes, negando el hecho de que Cristo sea Dios; podrá ser un gran hombre, el mejor de los hombres, un hombre lleno de Dios, el más lleno de Dios, y hasta le podemos llamar “Dios” en sentido impropio. Pero “Dios” en sentido propio, “Dios” estrictamente hablando: “¡Eso no; eso sí que no!”.
1 En nuestro resumen, habíamos puesto antes lo siguiente: “(…) La mujer y el niño están aquí consagrados, sacralizados; la familia humana como canonizada: la mujer en lo que tiene de excelso, olvidados los defectos y fallas; el niño, representando el máximo descenso de Dios, la igualación propia del amor, que “busca iguales o los hace”…”.
Creo que Benedicto XVI jamás llamó “Dios” a Cristo; recuerdo explícitamente su encíclica supuestamente sobre la Fe, en donde en 80 páginas –la versión oficial del Vaticano- ¡ni una sola vez llama “Dios” a Cristo!, ¡ni una sola vez enseña, en una encíclica sobre la Fe, que Cristo es Dios! Es la encíclica Lumen Fidei (29 junio de 2013) que firma Francisco pero escribió principalmente Benedicto. ¡Mérito para ambos!
De Francisco, otro falso profeta, tal vez “El Falso Profeta”, menos esperemos eso. Creo poder afirmar que jamás ha dicho que Cristo sea Dios; y probablemente jamás lo dirá.
Esto puede ilustrar el hecho de cómo se siguió y se sigue negando que Cristo sea Dios, desde el año 1967 con el Padre Castellani, y antes, y después.
Y frente a ello, debemos, con su gracia, ser capaces de decir y de gritar ante quien sea, el hecho y la Verdad de que: CRISTO ES DIOS, JESUCRISTO ES DIOS. Y decir esto es una hermosa alabanza… en el Día de su Nacimiento. Y pedir a Dios que seamos capaces de dar la vida, si es necesario, a cambio de defender este hecho y esta Verdad.
Ahora un segundo punto, que es el final de lo que citamos. Dejaremos como tercero o conclusión lo que figuraba “en el medio” (si nos permiten esa expresión) de las palabras extractadas del Padre.
El segundo punto es sobre la Religión del Anticristo. Las cosas parecen indicar que estamos viviendo “el final de los siglos”, “la consumación”, y que seremos testigos de la formación de la Religión Mundial del Anticristo (que parece es, o será, el Catolicismo falsificado y modernizado que vemos hoy).
Para formar o terminar de formar esa Religión Mundial, necesitan lo que explicábamos, necesitan quitar el hecho y la Verdad de que Cristo es Dios; de lo contrario, no pueden formar dicha Religión Mundial; pues nadie o casi nadie acepta este hecho y esta Verdad.
Por eso el tema de la Fe, como decíamos el domingo pasado, y como repetía el Padre Castellani hoy, es crucial. Fe en el sentido de las Verdades de Dios, es decir la Fe Católica, y en el sentido de adherir y aceptar con nuestra inteligencia esas Verdades por la autoridad de Dios.
Hoy en día nos han falsificado nuestra Fe, nos han falsificado nuestra Religión Católica, con algo que NO ES EL CATOLICISMO, con algo que parece es -o será- la Religión Mundial, “La Religión del Hombre”. Y de allí que cobre más importancia aun el conservar nuestra Fe, el conservar nuestro Catolicismo.
Toda esta lucha que intentamos hacer es para aspirar a ser dignos de la bienaventuranza que prometieron los ángeles cuando todo comenzó, bienaventuranza prometida a todos los que conserven la Fe Católica: ¡Paz! ¡Paz a los hombres bien enseñados, a los bien enseñados por Dios! ¡Paz a los hombres que tienen y conservan la Fe!
(Conclusión)
El tercer punto lo usamos asimismo de conclusión.
El Padre Castellani, en los párrafos centrales de nuestro resumen, insistía en una gran verdad: “[Dios Nuestro Señor Jesucristo] es simplemente la salvación del mundo: Mañana será salvado el mundo, y apartada de la tierra la iniquidad”.
San Pablo, en una de las Misas de Navidad, la Misa de la Aurora, también hace alusión a que la sola, y la única, salvación es por Jesucristo: (Epístola a Tito, cap 3,4ss) “Caríssime: Apparuit benignitas et humánitas Salvatoris nostri Dei: Carísimo, ha aparecido la benignidad y la humanidad de Dios Salvador Nuestro. Non ex opéribus iustitiae quae fécimus nos, sed secundum suam misericordiam salvos nos fecit: No por la obras de justicia (o de santidad) que hayamos hecho nosotros, sino por su misericordia nos ha hecho salvos”.
La única salvación y la única solución que tiene este mundo, y nosotros mismos, es simplemente Dios, Dios Nuestro Señor Jesucristo.
Y en toda esta época del Adviento, y en la que recién comenzamos de la Navidad, si bien referidas a la Primera Venida de Cristo, son iguales, o hasta más numerosas (es un hipérbole), las alusiones y los llamados a la Segunda Venida. Hasta en la Epístola de hoy.
A esta altura de los acontecimientos, la lucha se presenta en gran medida como “una lucha de últimos estertores”, como una lucha de ser capaces de aguantar, de soportar “hasta que Él venga”.
Comienza un nuevo año y debemos tener ánimos para transitarlo, y para seguir haciéndolo hasta que Dios diga. Mas conscientes de nuestra debilidad, y de que las fuerzas se van agotando, no podemos dejar de rogarle que nos dé las necesarias, que nos dé las que nos faltan. Y de pedirle con más insistencia que ya no tarde, o, al menos, que ya no tarde tanto.
Por eso, utilizando otro texto más de San Pablo, otro que no es sólo de la Misa de hoy sino también de una de las Misas de la Navidad, en este caso la Misa de Gallo, que también es a Tito (como el pasaje anterior), decimos:
(Epístola a Tito, cap 2,11ss) “Caríssime: Apparuit gratia Dei Salvatoris nostri ómnibus homínibus: Carísimo, ha aparecido a todos los hombres la gracia de Dios Salvador Nuestro. Erúdiens nos, ut abnegantes impietatem et saecularia desideria: Enseñándonos que rechazando la impiedad y los deseos mundanos; sóbrie et iuste et píe vivamos in hoc saeculo: sobria, santa y píamente vivamos en este siglo; exspectantes beatam spem et adventum gloriae magni Dei et Salvatoris Nostri Iesu Christi: esperando la bienaventurada esperanza y EL ADVENIMIENTO DE GLORIA del gran Dios y Salvador Nuestro Jesucristo… Haec loquere et exhortare: Estas cosas has de predicar y exhortar”.
Ojalá, mi Señor, que ya no tardes.
AVE MARÍA PURÍSIMA.