Octava de la Fiesta de Navidad, año nuevo 2022

La Circuncisión del Señor.

(Sábado 1 de enero de 2022) P. Pío Vázquez.

(Introducción) 

Queridos fieles: 

 El día de hoy nos hallamos en la Octava de Navidad o Fiesta de la Circuncisión del Señor. El día de hoy el deseo de la Iglesia es que  renovemos la alegría de hace ocho días por el nacimiento de Nuestro Salvador; por eso, la Misa de hoy tiene el mismo introito que la Misa  del día de Navidad y la epístola es la misma que la de la Misa de Gallo. 

 Asimismo, nos hallamos el día de hoy en el comienzo de un Año Nuevo, el año 2022; veremos qué nos depara dicho año o qué dispondrá Dios en él. Los últimos dos años han sido de “locos”, pero debemos seguir adelante, confiando en Dios. Mas, ya que nos encontramos  comenzando un nuevo año, es una buena oportunidad para hablar de propósitos para él. 

(Cuerpo: Propósitos para el 2022) 

 En efecto, en el mundo suele ser costumbre formularse propósitos para el año nuevo que comienza: hacer dieta; bajar de peso; hacer  deporte: ir al gimnasio todos los días, salir a correr o caminar; levantarme más temprano; lograr tales y cuales objetivos de trabajo, en la  empresa; ahorrar tanto dinero; comprar carro, casa… etc., etc. Interminable la lista de propósitos que según el mundo suelen formularse,  aunque la mayoría de las veces ninguno se cumpla. Cuántas veces nosotros mismos no habremos hecho propósitos como los mencionados o  semejantes. 

 Pues bien, la idea es que hagamos propósitos para este año nuevo que recién inicia su curso, pero no propósitos terrenales o mundanos o  que sólo miren a las cosas de esta tierra, sino propósitos que miren a nuestra alma, a la consecución de nuestra salvación eterna. Si todos los  años nos dedicáramos a pensar en fines u objetivos relativos a nuestra alma, como lo hacemos respecto al mundo, tal vez para el día de hoy  ya fuéramos santos. Pero como en nuestra alma suele ser en lo último que pensamos… 

(Propósitos de erradicar pecados) 

 Por tanto, veamos algunos propósitos espirituales que podamos adoptar para este año. 

 Primeramente, está hacer, si el caso lo requiere, una muy buena confesión. Si tengo la desgracia de hallarme en pecado mortal, lo  primero que debo hacer, evidentemente, es salir de ese miserable estado por medio de una buena confesión. Y no retardarla, sino  confesarme lo más pronto posible, dentro de esta primera semana del año. 

 Y así, en el mismo orden de ideas, si alguno tiene un pecado o vicio que lo domina, el primer propósito que se impone de suyo es el de  extirpar dicho pecado o vicio. Si tengo tal o cual pecado en el que caigo habitualmente —un vicio—, qué mejor propósito para este año  nuevo que el de desarraigarlo, poniendo los medios conducentes a ello: huida de las ocasiones, oración, mortificación. 

 Y así, si tengo, por ejemplo, la mala costumbre del trago, de beber de más, pues proponerme vencerme en ello, ayudado de Dios,  cortando en este año directamente con la bebida, para poder así más fácilmente extirpar ese vicio. Si tengo la mala costumbre de  caer con frecuencia —y demasiada— en pecados contra la pureza, pues qué mejor puedo proponer y ofrecer a Dios que el  romper/cortar con ese vicio. Para lo cual es fundamental alejarme de toda ocasión de pecado —de esa persona, de ese lugar, evitar  la ociosidad, cortar con las películas, series…—. Si tengo la mala costumbre de vestirme no muy modestamente, como corresponde  a una hija de Dios, pues qué mejor propósito que cambiar mi guardarropa en este nuevo año y andar bien vestida, sin hacer caso de  las modas o de los respetos humanos, del qué dirán. Si soy muy malgeniado, por todo me molesto y trato mal a mi prójimo, pues  buscar corregirme y ser más paciente, trabajando la virtud de la mansedumbre. Si tengo algún problema con algún familiar o con  alguna persona, por la razón que fuera —con culpa o sin ella; con más o menos culpa; aunque el otro haya empezado, etc.—, pues  qué cosa más acorde al Evangelio que arreglar esa situación, poniendo todo de parte de uno. Si tengo la mala costumbre de faltar  mucho a Misa los días domingo y de precepto por pereza y negligencia —lo cual es pecado grave, no olvidemos—, pues tener la  firme resolución de no faltar ni un solo domingo a Misa; o si tengo la mala costumbre de llegar siempre tarde a Misa —o rayando—,  pues el propósito será llegar bien a tiempo, con mucha anticipación. 

 Y así podríamos seguir con mil cosas más, lo que hemos dicho han sido tan sólo algunos ejemplos. Cada uno debe pensar dentro de sí qué  pecados tenga o cuál sea su defecto dominante para poder así ver hacia dónde deban ir sus propósitos. 

(Propósitos para adquirir virtudes) 

 Pero nuestros propósitos para este año nuevo no han de estar enfocados únicamente en quitar pecados, sino también y más  principalmente en adquirir virtudes, en practicar obras buenas. Si bien primero hay que remover o quitar la maleza del pecado, después  debemos plantar las virtudes en el alma. Y así, para formular este tipo de propósitos, ayudará mucho tener presente las siguientes tres  cosas: oración, penitencia y limosna

 1) Respecto a la oración, el propósito que —podríamos decir— casi que se impone por sí solo es el de rezar el Santo Rosario todos los días,  si acaso alguno todavía no lo hace. No hay que darle muchas vueltas, no se nos ocurrirá algo mejor, pues es prácticamente imposible ser un  católico serio sin el Santo Rosario diario.

 Otros propósitos relativos a la oración son: Hacer las oraciones de la mañana y de la noche; asistir a Misa, además de los domingos y  Fiestas de precepto, algún día o días entresemana; hacer la consagración de sí mismo a María Santísima según el método de San Luis María  Grignion de Monfort; hacer 20 minutos de oración mental al día; leer algún libro o libros espirituales; leer la Sagrada Escritura, etc.  2) Respecto a la penitencia, algunos propósitos podrían ser: madrugar, levantarnos más temprano —vaya si no nos cuesta—; ofrecer a  Dios hacer algún día de la semana o del mes algún ayuno —por ejemplo, algún sábado en honor de María Santísima; algún día hacer  abstinencia y no comer carne; privarnos en algo que nos agrade algún o algunos días de la semana, como el dulce, por ejemplo. En especial,  mortificar nuestra voluntad propia, tratando de ceder siempre que podamos en lo que nosotros queremos si vemos que no hay pecado en  ello. 

 3) Respecto a la limosna, proponernos ayudar a tales o cuales personas que sabemos necesitadas, especialmente si son familias; o hacer  tantas limosnas a la semana, al mes; dar a alimentos a las personas de la calle, etc.; reducir gastos superfluos y darlo en limosna. Aquí  entran, en general, las obras de caridad o misericordia que se dicen: visitar enfermos; dar posada, etc., etc.  Asimismo, al formular nuestros propósitos, podemos enfocarlos a la adquisición de alguna virtud determinada, por ejemplo, la humildad,  la paciencia, la conformidad con la Voluntad divina. 

 Sería bueno y podría ayudar mucho el anotar o escribir los propósitos que uno quiera cumplir para esta Año Nuevo y que no sean  demasiados ni muy genéricos, pues entonces no se cumplirá nada ni habrá ningún cambio verdadero. Es mejor elegir pocas cosas, tres, por  ejemplo: Rezar el Santo Rosario todos los días, madrugar 20 minutos de lunes a viernes y dar a la semana dos limosnas, a proponerse hacer  20 cosas, que uno no cumplirá. 

 Asimismo, decimos que los propósitos no han de ser muy genéricos, como decir: “voy a ser mejor” o “más bueno” o “más paciente” o  “más humilde”; pues al ser tan genéricos no comportan ningún cambio en uno, hay que tener propósitos concretos, por ejemplo, voy a ser  más paciente con fulano, o en tal situación; voy a ser más humilde porque no voy a responder ni defenderme cuando me recriminen o  porque no diré nunca bien de mí; voy a ser más manso porque no responderé ni hablaré nunca si me siento airado. Y así con lo demás. 

(Conclusión) 

 Queridos fieles, ya concluyendo, simplemente los invitamos a que meditemos sobre esto, sobre qué propósitos tendremos para este  nuevo año. Pensémoslo bien y no dejemos que este año sea igual —o peor—, hablando espiritualmente, al pasado: debemos buscar  mejorar, crecer espiritualmente; no olvidemos que estamos llamados a la santidad. 

 Por tanto, consideremos bien estas cosas y pidamos a María Santísima ruegue por nosotros para que este nuevo año sea un año lleno de  bendiciones para nuestras almas, lleno de Santidad. 

 Ave María Purísima. Padre Pío Vázquez