El Don de Fortaleza.
(Domingo 20 de mayo de 2018) P. Altamira.
(Introducción)
Queridos fieles:
Hoy es LA FIESTA DE PENTECOSTÉS, LA FIESTA DEL ESPÍRITU SANTO, LA FIESTA DE LA TERCERA PERSONA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.
–LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU SANTO fueron recibidos por primera vez, por todos nosotros, junto con la gracia santificante, cuando recibimos el Santo Bautismo y empezamos a ser hijos de Dios y católicos. Con el Sacramento de la Confirmación, se nos da un aumento o sobreabundancia de dichos dones. Entre todos ellos, para la fiesta de este año, nosotros queríamos insistir en uno que hace en forma más ostensible a lo que es, y debe ser, nuestra vida en la tierra, porque de grado o por fuerza, la vida de todo mortal está marcada por la Cruz, por los sufrimientos, por saber llevar la Cruz.
-Queríamos entonces hablarles de “El Don de Fortaleza”, también de algunos efectos de la Confirmación, su ceremonia y su simbología; hablarles igualmente de la Liturgia del Tiempo Pascual; y relacionar todo esto con lo que es y será nuestra vida en la tierra llevando la Cruz.
(Cuerpo)
Comencemos recordando una de las definiciones de “El Don de Fortaleza”.
-El Don de Fortaleza es aquél que nos da valentía y fuerza para defender, cumplir y cuidar fielmente todo lo que es de Dios, en especial su honor, su Santa Religión Católica y a la misma Santa Madre Iglesia. Nos da valentía, porque los seres humanos somos flacos y cobardes, mas debemos ser valientes con las cosas de Dios. Nos da fuerza, porque los seres humanos somos débiles, inconstantes, y debemos ser fuertes, varoniles y perseverantes en la cosas de Dios.
Uno de los efectos de la Confirmación es hacernos “soldados de Cristo”, “miles Christi” (si lo traducimos en plural: “militares de Cristo”).
-Es una expresión y una realidad muy hermosa: MILES CHRISTI, SOLDADO DE CRISTO, MILITAR DE CRISTO.
-Y “EL CARÁCTER” con que es marcada nuestra alma con la Confirmación, nos muestra con el emblema o distintivo de soldado de Cristo, de la milicia de Él, y así debemos ser. El obispo nos dijo ese día, al darnos la unción con el Crisma, “YO TE MARCO”, “YO TE SIGNO” (para dar una traducción más literal). Toda la frase dice en latín: “SÍGNO TE SÍGNO CRUCIS: YO TE SIGNO –TE MARCO- «SIGNO CRUCIS: CON EL SIGNO DE DE LA CRUZ»”: Te marco, te dejo marcado, te dejo con la marca de Cristo, EL SIGNO DE LA CRUZ. Dicho sea de paso, eso es opuesto a “otra” marca, a “la marca de la Bestia: El 666”.
-Y allí el obispo nos da la famosa “cachetada” o “bofetada”, en general pequeña, por ser simbólica, aunque tal vez necesitaríamos una con fuerza. Pero ¿por qué se nos pega en ese momento? Se da una bofetada porque el católico, habiendo sido convertido en “soldado de Cristo” por la Confirmación, tiene que estar dispuesto a sufrir y soportar el dolor para defender a Dios y a su Santa Religión Católica, dispuesto a llevar y cumplir con la obligación de soldado a pesar de los sufrimientos que ello exigiera, y a pesar de la misma muerte, si Dios Nuestro Señor así lo dispone (es el caso de los mártires, los mayores “mílites Christi”, los mayores militares de Cristo).
Relacionen estos conceptos con lo que es y deber ser la vida del hijo de Dios en la tierra:
–¡MILICIA ES LA VIDA DEL CATÓLICO EN LA TIERRA! Miren si no necesitamos el Don de Fortaleza, el ser soldados, y el ser fuertes para Cristo. Debemos llevar la Cruz, a imitación de nuestro “Gran Capitán: Dios Nuestro Señor Jesucristo”.
-Y la Cruz se llevará de grado o por fuerza, Ella siempre estará en nuestras vidas, la Cruz no es opcional. “Yo: O con Cruz me salvo. O con Cruz me condeno”; Ella siempre estará. Es y debe ser parte de la vida del soldado de Cristo, para llegar al Cielo. Necesitamos el Don de Fortaleza.
QUERÍAMOS ENTONCES REMARCAR EL RÉGIMEN DE NUESTRA VIDA, PORQUE NUNCA LO TERMINAMOS DE CONOCER, PORQUE NUNCA LO TERMINAMOS DE ACEPTAR. Y para ello valernos de la Liturgia de este Tiempo Pascual, que termina ahora en Pentecostés y su Octava.
-Si somos buenos hijos de Dios, tendremos premios, tendremos el Cielo, NUESTRA PASCUA ES CRISTO. Pero a ello se llega por la Cruz, a través de la Cruz, “ad victoriam: a la victoria, al Cielo, per Crucem: a través de la Cruz, por la Cruz”.
-El Tiempo Pascual, la Resurrección, la Nueva Vida, es todo un símbolo de los premios del Cielo; en esta época litúrgica, se nos quiere dar estímulo para nuestra lucha, estímulos con la simbología de la Pascua. Repetimos: La Pascua es y sirve para mostrarnos los premios del Cielo.
-Pero lo curioso es que en esa misma Liturgia, y con esa “simbología del Cielo”, toda esta época (a través de las semanas y domingos que siguen a la Pascua), está también marcada por esa insistencia de cómo será nuestra vida: CRUZ Y CIELO. Aun así, nunca terminamos de aprender, ni de aceptar esto, ¡ninguno de nosotros! Tendremos premios, tendremos la Pascua, pero antes debe estar la Cruz, al igual que ocurrió con Cristo, con la vida de Cristo. SÓLO SE LLEGA AL CIELO (PASCUA DE RESURRECCIÓN) A TRAVÉS DE LA CRUZ.
Y estos conceptos están enseñados muy insistentemente; es una lástima que no aprovechemos de la Liturgia Católica.
-El primer fin de la Liturgia es la alabanza, la adoración y el culto a Dios, a la Santísima Trinidad.
-Pero tiene un segundo fin, que nos compete –como mortales- y está pensado para nosotros: En ella, en la Liturgia, hay grandes riquezas para nuestra enseñanza y para nuestra vida espiritual. Y en lo que acabamos de decir, a través de las semanas que siguen a la Pascua, y hasta Pentecostés y su Octava, la Iglesia Católica va a insistir en el Cielo y en sus premios, pero constantemente poniendo en nuestros espíritus QUE ANTES ESTARÁ LA CRUZ (igual que ocurrió con Cristo).
Daremos algunos ejemplos de lo dicho; no todos porque la prédica sería muy larga. Esta vez nos valdremos más de “El Breviario” (el libro litúrgico de oraciones públicas del sacerdote), y no tanto del Misal.
-El lunes de la Octava de Pascua, tenemos lo ocurrido con los discípulos de Emaús: (Lunes de Pascua, Antífona del Benedictus de Laudes, fragmento in fine) “O stulti et tardi corde ad credendum in his, quae locuti sunt Prophetae: O necios y tardos de corazón para creer en estas cosas, las cuales han sido dichas por los profetas”. También ese lunes (Antífona del Magnificat de Vísperas) “Qui sunt hi sermones, quos confertis ad ínvicem ambulantes, et estis tristes?: ¿Qué son esas palabras, que lleváis entre vosotros caminando, y estáis tristes?”; no comprendían y no comprendemos la Cruz y nuestra vida.
-Martes de la Primera Semana después de la Octava de Pascua: (Responsorio “in officio ordinario” de la III lectura de Maitines”, que también se utilizó en la Epístola de la Misa del Santo Día de Pascua; fragmentos) “Etenim Pascha nostrum immolatus est Christus… Mortuus est propter delicta nostra, et resurrexit…: En efecto, Cristo, Nuestra Pascua, ha sido inmolado… Ha sido muerto por nuestros pecados, y resucitó…”.
-Domingo II post Pascua (Primeras Vísperas, capítulo, I Pedro 2,21-22; ídem Laudes; ídem Segundas Vísperas; también se usó en la Epístola de la Misa); esta cita es muy clara y muy fuerte para que aprendamos de una vez: “Carísimi: Christus passus est pro nobis, vobis relinquens exemplum, ut sequámini vestigia eius. Qui peccatum non fecit, nec inventus est dolus in ore eius: Carísimos : Cristo padeció por nosotros, dejándoos a vosotros ejemplo, para que sigáis sus pasos. Y Éste no hizo pecado [nosotros sí, y muchos], ni fue encontrada malicia en su boca [en la nuestra sí, ¿y no queremos sufrir, pagar por ello?]».
-Lunes de la Segunda Semana después de la Octava de Pascua (Vísperas, Antíf. del Magníficat) “Pastor bonus ánimam suam ponit pro óvibus suis: El buen pastor da su vida por su ovejas [Cruz, sacrificio, entrega, renuncia a sí mismo, hasta llegar al último día; cansados, agotados: así deberíamos ser]”.
-Viernes de la Segunda Semana después de la Octava de Pascua (Laudes, antífona del Benedictus); ésta es -15 días después- otra vez la respuesta a los discípulos de Emaús, y a nosotros mismos, sobre cómo será nuestra vida (el porqué se los dio a ellos a lo largo de la caminata y no a nosotros –no tan explícitamente-: ojalá lo encontremos). La Liturgia dice así allí (leo en latín): “Nonne sic opórtuit pati Christum, et ita intrare in gloriam suam?:
¿Acaso no era necesario que el Cristo padeciera, y ASÍ entrara en su Gloria?”. Para entrar al Cielo, poder salvarnos, tenemos que sufrir antes, y parece que nunca lo entenderemos. POR LO MENOS TENEMOS AQUÍ, SI NO EL PORQUÉ, SÍ EL ARGUMENTO DE AUTORIDAD. No podemos, ni “podremos”, hacer distinto ni mejor que Cristo: Él tuvo Cruz, nosotros tenderemos Cruz para llegar al Cielo, para llegar a Nuestra Pascua.
El Domingo III después de Pascua “más claro, agua”, y toda la semana que depende de este domingo.
-En este domingo tenemos la Palabra Dios, su Autoridad, sobre cómo será nuestra vida: Argumento de autoridad (el más importante por ser Dios mismo): (Segundas Vísperas, antífona del Magníficat, que es también parte del Evangelio de la Misa): “Amen dico vobis, quia plorábitis et flébitis vos: mundus autem gaudebit, vos vero contristabímini, sed tristitia vestra convertetur in gaudium, alleluia: En verdad os digo que lloraréis y gemiréis, pero el mundo se alegrará; ahora bien, vosotros andaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo, aleluia [sí será gozo, gozo cumplido; pero en el Cielo, no en la tierra, donde todo es imperfecto y tendremos Cruz]”.
-Y en el Evangelio de esa Misa (Juan 16, 16-22) agrega, después de lo anterior, la comparación para explicar que si bien tendremos cruz y dolores en esta vida, ellos son “DOLORES DE PARTO”, los cuales –aunque muy duros- terminan en algo bueno, en algo hermoso, en un nuevo nacimiento, en una nueva vida. Y así ha de ser (o debe ser) esta nuestra vida en la tierra, con sus tribulaciones, con sus sufrimientos, pero para terminar en algo bueno y hermoso, como esa nueva vida, si logramos nuestra Salvación Eterna en el Cielo; dice así: “Mulier cum parit, tristitiam habet, quia venit hora eius; cum autem péperit púerum, iam non méminit presssurae, propter gaudium, quia natus est homo in mundo: La mujer cuando da a luz, tiene tristeza porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz un niño, ya no se acuerda del padecimiento, a causa de la alegría, porque ha nacido un ser humano –su niño- en el mundo”.
-Y la conclusión de ese mismo Evangelio para terminar de remarcar lo que queremos enseñar: “primero la Cruz, pero si somos fieles habrá Pascua, habrá Resurrección, habrá Cielo, Premio; y ya no nos acordaremos de lo que sufrimos en la tierra, por la alegría de que ha nacido para nosotros el Cielo”; dice así: “Et vos ígitur NUNC quidem tristitiam habetis, íterum autem videbo vos et gaudebit cor vestrum, ET GAUDIUM VESTRUM NEMO TOLLET A VOBIS: Y, por lo tanto, vosotros AHORA ciertamente tenéis tristeza –sufrimientos-, pero de nuevo os veré, y se alegrará vuestro corazón, Y NADIE QUITARÁ VUESTRA ALEGRÍA DE VOSOTROS”; la cual frase puede se aplicar para la Resurrección de Cristo después de su muerte y la alegría que significó ello para sus discípulos; pero más aun –y tal vez en estrictez- significa la Visión Beatífica del Cielo, porque allí se dice que nadie les quitará esa alegría y eso sólo puede ser en el Cielo; pues aquí en la tierra, las cosas y alegrías que hay, siempre están marcadas y mezcladas con tristezas y sufrimientos, y pueden ser quitadas de nosotros, mas no en el Cielo.
Esta Tercer Semana después de la Octava de Pascua es tal vez la que más tiene alusiones litúrgicas a todo lo que estamos enseñando. Mas para no alargarnos, este año no las diremos, y bastará con lo ya dicho1 : “Habrá Pascua, habrá premios, habrá Cielo, pero antes debe estar y estará la Cruz”: “CRUZ PRIMERO, CIELO DESPUÉS”.
1 Damos aquí en esta nota más ejemplos, no sólo de la aludida Tercer Semana, sino otros anteriores y posteriores; aunque no los traducimos: -(Domingo de Pascua, Antífona 3 de Maitines) “Ego dormivi, et somnum cepi: et exsurrexi, quoniam Dóminus suscepit me, alleluia, alleluia”. -Domingo in Albis (Primeras Vísperas, capítulo, I Juan 5,4) “Carísimi: Omne quod natum est ex Deo, vincit mundum: et haec est victoria, quae vincit mundum, fides nostra”. -El lunes de esa Semana Tercera trae nuevamente a colación lo que ocurrió y enseñó Cristo a los discípulos de Emaús. (Laudes, Antífona del Benedictus) “Et incípiens a Moyse et ómnibus prophetis, interpretabatur illis Scripturas, quae de ipso erant, alleluia”, y les explicaba, como ya dijimos, que el Cristo, el Mesías, debía padecer y “así” entrar en su gloria. Este mismo lunes, más fuertemente está repetida la idea de cómo ha de ser nuestra vida en la tierra, y cómo serán los premios si conseguimos la Salvación; esto está allí con la Antífona del Magníficat (Vísperas): “Tristitia vestra vertetur in gaudium, alleluia: et gaudium vestrum nemo tollet a vobis, alleluia, alleluia”. -Pasemos al martes de la Tercer Semana; allí leemos otra vez el régimen de esa vida y el premio que seguirá si somos buenos hijos de Dios: (Vísperas, Antífona del Magníficat) “Tristitia implevit cor vestrum: et gaudium vestrum nemo tollet a vobis, alleluia, alleluia”. -El miércoles, Semana Tercera, la misma idea repetida por la Liturgia, “Cruz primero, Cielo después”; idea repetida en primer lugar para el culto y alabanza de Dios, en segundo lugar para nuestra enseñanza: (Vísperas, Antífona del Magníficat) “Tristitia vestra, alleluia, vertétur in gaudium, alleluia”. -El jueves, ídem, ponemos un fragmento; es sobre el premio que podremos tener: (Vísperas, Antífona del Benedictus) “…videbo vos, et gaudebit cor vestrum, et gaudium vestrum nemo tollet a vobis…”. –Viernes, ídem; más desarrollado aún, en la Antífona del Magníficat de las Vísperas, cómo será y debe ser nuestra vida; lo dijimos ya: “Cruz primero; Cielo y Pascua, Premio, después”: “Amen dico vobis, quia plorábitis et flébitis vos: mundus autem gaudebit, vos vero contristabímini; sed tristitia vestra convertétur in gaudium, alleluia”. -Y relacionado con este último texto, saltamos al Evangelio (Juan 15,26-27 y 16,1-4) del “Domingo después de la Ascensión”, porque allí Cristo les adelanta a sus discípulos, y nos adelanta (cómo derivación y por aplicación), cómo será la vida en la tierra: “Haec locutus sum vobis ut non scandalizémini. Absque sinagogis facient vos: sed venit hora, ut omnis, qui intérficit vos, arbitretur obséquium se praestare Deo. Et haec fácient vobis, qua non noverunt Patrem, neque me. Sed haec locutus sum vobis, ut, cum vénerit hora eorum, reminiscámini quia ego dixi vobis». Pero si somos fieles tendremos Pascua, tendremos Premio.
(Conclusión)
Ven cómo necesitamos los Dones del Espíritu Santo, PENTECOSTÉS. Pero hoy hemos querido insistir en EL DON DE FORTALEZA, para ser buenos “soldados de Cristo”, PARA LLEVAR LA CRUZ EN SU SEGUIMIENTO, para soportar los dolores de esta vida, en la esperanza de poder tener Nuestra Pascua, el Cielo. Cristo es Nuestra Pascua: Dios Nuestro Señor Jesucristo.
Terminamos mostrando, en dos himnos al Espíritu Santo, el pedido de fuerza, de Fortaleza.
-El primero es el “Himno Veni Creator”; el cual cantamos durante estos nueve días para prepararnos a la Fiesta de Pentecostés (himno de las Vísperas).
Allí se pide al Espíritu Santo: “Mentes tuorum vísita: Visita las almas de los tuyos; Imple superna gratia: lléna(los) de la gracia del Cielo…; Infírma nostri córporis, Virtute firmans pérpeti: dando firmeza a las partes enfermas de nuestro cuerpo con tu fuerza perpetua (DON DE FORTALEZA)”.
-El segundo es el “Himno Veni Sancte Spíritus” (compuesto por Esteban Langton, muerto en 1228, Arzobispo de Cantórbery, Siglo XIII: Secuencia de la Misa de Pentecostés). En una parte dice: “Veni, Sancte Spíritus, et emitte caélitus lucis tuae radium: Ven, Espíritu Santo, y envía desde el Cielo un rayo de tu luz…; Láva quod est sórdidum… Sána quod est sáucium: Lava lo que está sucio… sana lo que está enfermo –débil- (necesitamos FORTALEZA)”.
Sin duda necesitamos entender la Cruz y el sufrimiento; sin duda necesitamos saber conformarnos con la Voluntad Divina y la “patientia” (las cosas que padecemos); sin duda necesitamos el Don de Fortaleza para poder llevar esta vida y ganar el Cielo:
¡VEN ESPÍRITU SANTO: VENI SANCTE SPÍRITUS!
AVE MARÍA PURÍSIMA. Padre F. Altamira.