3er Domingo después de Pascua 2021

Estar contento, Conformidad con la Voluntad de Dios, Prédica 1.

(Domingo 25 de abril de 2021) P. Altamira.

(Introducción)

Queridos hijos:
Queríamos dar unas prédicas sobre “LA CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DIVINA”, conformidad con la Voluntad de Dios, que es la parte externa de la Caridad.
La Salvación es Caridad, la Santidad es Caridad: Caridad en su sentido primero que es amor a Dios. Pero (ya lo dijo San Alfonso María de Ligorio), el máximo amor o Caridad se manifiesta, externamente, en la unión total de los corazones, de las voluntades y de las acciones del amado y del amante, de Dios y de los hombres, de los hombres que quieren ser de Él, unirse a Él, estar con Él, amar a Él.
Hoy es el Tercer Domingo después de Pascua. En el Introito de la Santa Misa leemos (Salmo 65,1ss):
“Jubilate Deo omnis terra, alleluia (Tierra toda: Cantad con júbilo a Dios). Psalmun dícite nómini eius, alleluia (Entonad salmos a su nombre. Entonad salmos en su honor). Date gloriam laudi eius, alleluia (Dad gloria a la alabanza de Él: Glorificadlo )”.
-¿Cómo hacer estas cosas? Cómo hacerlas en su punto máximo si no es llevando una vida de total unión con Él, con Dios, para que toda nuestra vida sea un canto de alabanza a su gloria, a su nombre, a su omnipotencia. Cómo hacerlas si no es en esa total unión con Dios a través de la conformidad total con Él, la conformidad total con la Voluntad Divina.

“Una vida total para Dios”. Eso es también lo que expresa la oración de la Santa Misa, que es hermosísima y de un gran contenido, y dejamos para el final.
La máxima Caridad se manifiesta en la unión total de la voluntad del hombre con lo que quiere Dios; se manifiesta en “La Perfecta Conformidad con la Voluntad Divina”. ¡Y eso queremos tener, y no tenemos, y por eso predicar!
Tal vez, esta primera prédica sea una introducción; ojalá Dios nos permita continuar, y poder dar otras sobre el tema.
Y para esta primera, queríamos utilizar al buen Padre Castellani, en un libro de fábulas, que –si no me equivoco- en una de sus ediciones se llamó “De bichos y personas”, y posteriormente quedó con el nombre más común de “Fábulas Camperas”. Realmente qué personalidad única el Padre Castellani, cuánto que ha dicho, cuánto que ha escrito, y con cuánta riqueza y “enriquecimiento” para los espíritus.

(Cuerpo)

Previamente, damos un dicho, que no parece estar con “La Conformidad con la Voluntad Divina”, y dice: El tiempo es tirano. Y, tirano o no, hay que saber “conformarse”. Por eso, aun a costa de que nos falte el tiempo, queremos darles también dos anécdotas.

[ 1 ] La primera:
El gran escritor católico argentino, Hugo Wast, Gustavo Martínez Zuviría, tuvo un elogio enorme para el todavía joven Leonardo Castellani por estas fábulas (paréntesis, y cosas de la Providencia: ambos habían sido alumnos del mismo colegio; el “Colegio de la Inmaculada”, en la ciudad de Santa Fé, en Argentina). El título del texto de Hugo Wast, en honor de Castellani, es “He hallado un fabulista” (aclaramos que “Jerónimo del Rey” es uno de los seudónimos que usaba el Padre Castellani como escritor; y así lo llamará Hugo Wast en su texto). He aquí nuestro resumen:
«Mi hijo mayor, que es un colegial de once años, recibe una revista de su colegio, la cual se llama “El Salvador”…
De tiempo atrás venía observando la colaboración frecuente de un tal Jerónimo del Rey (Leonardo Castellani), bajo el título de Fábulas Camperas… he pasado tiempo viendo la firma y sin leer una coma. Hasta que un día, incitado por la brevedad de una fabulita que no llegaba a media página y que se llamaba Flaco y barrigón, la leí; y enseguida otra, El zorzalito; y luego otra más, La tala, y fue para mí un deleite desde ese instante rebuscar en la colección de El Salvador todas las cosas firmadas por aquel ignoto Jerónimo del Rey.

Repito que soy muy poco aficionado a la fábula… Algunas viejas fábulas griegas, francesas y españolas, siguen dominando el mercado, y los fabulistas criollos no pueden competir con ellos por más que traten de imitarlos, y en esto consiste el principal mérito de Jerónimo del Rey: no ha intentado imitar ni a Esopo, ni a La Fontaine, ni a Samaniego. Sus fábulas no se parecen a las de nadie; son cosa propia de él, mejor dicho, son cosa nuestra. Está en ellas toda la tierra argentina, el Chaco y la Pampa, y el río y los bañados, y en el espíritu del chajá, y del zorzal, y del zorro y del loro y de la comadreja (…) está de tal manera vivo y animado el espíritu humano, que inmediatamente se nos ocurre decir: el chajá es don Fulano; la comadreja es doña Fulana…
Al escribir a vuelapluma esos cuadritos camperos, Jerónimo del Rey [el Padre Leonardo Castellani] no se ha imaginado seguramente que acababa de crear un estilo en la prosa argentina.
No sólo me gustan las fábulas de Jerónimo del Rey por su realismo, sino por la fuerza poética de su visión y la originalidad de su expresión, y finalmente porque no ha sentido ese temor pueril que sienten nuestros escritores docentes –¡cuidado otra vez con la o!de hablar de Dios, como si el santo nombre del Creador fuera a manchar la conciencia o las pupilas del niño».
[agregamos nosotros: se refiere Hugo Wast a «el no nombrar a Dios», cosa muy común en los –en el fondo– malos y falsos escritores modernos, que son… casi todos; y peor cuando hablan “contra Dios”].

[ 2 ] La segunda anécdota, para “estar contento”, es un hecho real, ocurrido aquí en Colombia, en la zona del Eje Cafetero, y desde entonces quiero cada vez más a los casados (la verdad es que es muy dura la vida de los casados).
La anécdota tiene que ver con la fábula escogida, ya que en lo ocurrido intervino un pez y una pecera (yo no podía creerlo cuando vi eso), y en la fábula hay un pez “encerrado” en una laguna. La esposa del caso, con un comentario, me hizo recordar la fábula. Pero si bien, y Dios sabe que es así, era toda nuestra intención contar la anécdota “número dos” aquí, para saber “conformarnos” y para no alargarnos (recuerden lo que dijimos del tiempo), cambiamos sobre la marcha nuestro plan original, y quedará tal vez para otra prédica, en la cual esperamos, con el favor de Dios, poder contarla con extensión… y para reírnos todos.

[ 3 ] Vayamos entonces a la fábula del Padre Castellani; traten de ir aplicando las enseñanzas, mientras escuchan, a ese deber y meta que tenemos de “La Conformidad con la Voluntad Divina”. La fábula se llama “Estar contento”, y dice:
«Estar contento ¡Oh, laguna Pipo, si volviera yo a verte una vez más, y pudiese besar tus orillas, mis canas se irían todas de mi cabeza y volverían a cantar en mi corazón los jilgueros de mi infancia! (…)
Yo estaba contento y escuchaba al borde del agua las cosas que me decían todas las cosas…
-Quisiera poder caminar por la tierra -oí decir a una Mojarra-, entonces sí que estaría contenta.
-¡Si yo pudiese volar! -silbó la Iguana-.
Nadar por el agua debe ser la gran felicidad -dijo un Tero [aquí le dicen “Alcaraván”] desembarrando elegantemente sus patas-.
-Tonterías -dijo un Pato bachiller-. Yo camino, yo nado y yo vuelo y sin embargo estoy profundamente descontento. Camino mal, chueco y desgraciado, y se ríen todos de mí; nado mal, y no puedo alcanzar a la Mojarra y tengo que comer gusarapos; vuelo mal y me alcanza en mi vuelo la escopeta. Mejor es saber una cosa bien que muchas mal. La felicidad consiste, a mi parecer, en tener todas las habilidades de todos los animales sin ninguno de sus defectos.
-Jay -dijo el Surubí asomando el hocico [es un pez que tiene como alargada la parte de adelante y parece un hocico]-, échele un galgo. LA FELICIDAD EN ESTA TIERRA CONSISTE EN ESTAR CONTENTO.
-¿Cómo se hace para estar contento con tantas penalidades?
Para estar contento hay que estar contenido. En latín contento [contentus] significa contenido. Hay que contenerse con gran fuerza dentro de los límites del charco en que Dios nos puso. La mitad de mis paisanos [los peces] pasan una vida perra por andar buscando el mar cuando Dios los puso en la laguna. Hay que saber caber en su molde y apretarse adentro de la propia horma, y hacer el gusto a lo poco, mis hijos.
-Esas son teorías -dijo el Sirirí [una clase de pato].
-¿Teorías? -replicó el Surubí muy enojado, asomando la aleta pinchuda y el lomo overo-. ¡Teorías son las de ustedes! Yo he sufrido mucho; y cuando uno sufre, sólo la verdad ayuda, y las teorías se apagan. Yo no he nacido en este barrizal [de la laguna], sino allá en el río Amores, que es un paraíso. Un día, una inundación me trajo aquí y yo, que era joven y desprevenido, no noté cuando el canal se secaba; y se secó y me cortó y me dejó [atrapado] en la laguna. Yo no soy pescado de barrial y pensé al principio morirme de dolor en esta pobreza. Lloré, grité, maldije, salté afuera a la playa, con peligro de ahogarme, y me golpeé la cabeza contra todas las totoras y los duraznillos. Un día entendí que recalcitrar era al ñudo y resolví explorar en todos los sentidos las posibilidades de la pobreza en que Dios sin remedio me había encerrado, hasta tocar el límite de arriba y el de abajo y los límites de todo el circuito horizontal. Viajé y trabajé y el trabajo me templó. Vi que no era tan pequeño el charco como mi dolor lo había exagerado y que para los años de vida que me quedan, al fin y al cabo, iba a durar sin secarse. ¿Ustedes creen que alguna vez no se acongoja mi corazón queriendo locamente volar por los aires hasta mi río natal espléndido, que él [mi corazón] siente murmurar dulcemente atrás de aquellos pajonales? Pero yo le aprieto fuertemente por medio de la resignación. Y lo hago estar contento y contenido en este charco, con el trabajo, con hacer bien a todos, con los escasos placeres de este barrizal… y con la esperanza de… ¿quién sabe? ¿Por qué no puede venir un día otra inundación que me abra el camino del río inmortal para siempre? Si yo me muero antes, me basta con esta vida a la que me he acostumbrado; pero, ¿quién me quita a mí la esperanza de la otra?
El Surubí se estaba metiendo en muchas filosofías y a mí la humedad de la tierra en que estaba tumbado escuchando me estaba haciendo mal. Me levanté, le tiré un cascotazo al pato sirirí y todos los acuátiles se zambulleron y toda la bandada se levantó de un golpe, sacudiendo el ambiente purísimo con el aletear repentino y unánime de sus rémiges poderosas».

Y estar contento, estar “contenido”, miren si no se relaciona con “estar conforme”, “contenido: contentus” dentro de los límites en que Dios nos ha puesto, con la Voluntad de Dios, allí donde Dios nos ha puesto, y en las circunstancias y en la vida, el tipo de vida y de realidades y tareas cotidianas en que Dios nos ha puesto: La Conformidad con la Voluntad de Dios.

(Conclusión)

Conclusión: Máxima conformidad con Dios, con la Voluntad de Dios. Eso hará nuestro amor hacia Él. Eso hará nuestra Santidad.
Eso hará nuestra Salvación Eterna. Quién nos diera el tener “La Conformidad con la Voluntad de Dios” en su grado máximo, la máxima Caridad, y que nuestras vidas sean todas, totalmente de Él.
Estos conceptos también están expresados o implicados en la oración de la Santa Misa de hoy, que dice:
“Deus, qui errántibus, ut in viam possint redire justitiae, veritatis tuae lumen ostendis (Oh Dios, que a los que yerran –a los que están equivocados-, para que puedan volver hacia el camino de la justicia –de la Salvación-, muestras la luz de tu Verdad), da cunctis qui christiana professione censéntur (da a todos los que son vistos con la profesión de la Fe Católica), et illa respúere, quae huic inimica sunt nomini (da tanto que se aparten de aquellas cosas que son enemigas de este nombre), et ea quae sunt apta sectari (como de seguir aquéllas que son conformes con él –de seguir aquellas cosas que son conformes con el nombre de católico-)”.
Y en el máximo cumplimiento de esto que pedimos allí, nuestras vidas serán todo de Él, tendremos “La Conformidad con la Voluntad Divina”; queremos la conformidad máxima, la Caridad.

AVE MARÍA PURÍSIMA.